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¡Arranca la segunda fase del vizcarrismo!

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Fecha Publicación: 29/11/2019 - 22:20
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Arrancó la segunda fase del vizcarrismo. La primera estuvo abocada a dar un golpe de Estado que desembocó en la clausura del Congreso; la toma absoluta del poder por el presidente accidental Vizcarra; la compra de la prensa; y la campaña de exterminio de la clase política no izquierdista. Vizcarra consolidaba así apoyo popular gracias a que liquidaba a un ente –el Legislativo- demonizado por Kuczynski y él, y prologado por la prensa corrupta como el origen de todos nuestros males. Este plan calaría muy hondo en el sector popular, repiqueteando que el Parlamento era responsable de la situación caótica en que el pobre Kuczynski, primero, y su heredero Vizcarra, después, tuvieron que gobernar el país. La segunda fase empezaría ayer con un teatralizado despliegue policial/mediático en torno al allanamiento del local donde opera Confiep. Se trata del putch vizcarrista para hundir a la empresa y deshonrar al empresariado. Liquidados los viles legisladores, pasarían los empresarios –Confiep– a ser los siguientes villanos del Perú, a quienes el adalid Vizcarra embestirá montado sobre un unicornio blanco para defender al pueblo de aquellos infieles. Este es el flamígero guion de la segunda serial que marcará el destino del Perú en el siguiente período golpista de Vizcarra.

Pero el jaque al empresariado no fluye sólo de la imaginación del accesitario Vizcarra. Surge en buena medida por propia incapacidad y, sobre todo, por acobardamiento de este gremio que tanto brillo diera al Perú tras su ardua recuperación del crac nacional de finales de los ochenta. El empresariado logró índices de desarrollo socioeconómico nunca vistos en la historia, pudiendo reducir la pobreza hasta en cuarenta históricos puntos. Esta vez, sin embargo, la Confiep ha exhibido su otra cara. La de la cobardía. Primero, respaldando vergonzosa, mayoritariamente la labor del fiscalillo Pérez. Luego en aquella patética escena de una presidente del gremio de gremios empresariales clamando perdón en un evento tan venido a menos como Cade –en rigor excusándose frente a unos emisarios de Vizcarra presentes en dicha cita, quienes se aprestaban a ejecutarla horas más tarde– gimoteando con un fariseísmo deplorable “he tenido que botar mi presentación a la basura, dada la coyuntura. No se puede hablar de ética y de transparencia con lo que ha ocurrido los últimos días”, refiriéndose a una declaración de Romero Paoletti, agregando “tengo tres millones seiscientos cincuenta mil razones para pedirles” –a Romero y compañía– “que den un paso al costado.” ¿Qué alucinaba la aún presidenta de Confiep? ¿Qué rindiéndose ante gente tan mediocre, infestada de ganapanes del vizcarrismo mejoraría la imagen del gremio que preside por encargo de la empresa privada? Dicho sea de paso, mientras la ley lo permitía, las empresas –en EE.UU., Francia, Inglaterra, Brasil o Perú– han contribuido a sufragar las campañas de los candidatos de su preferencia, sin incurrir en delito. La falta de transparencia podría ser, en todo caso, un desliz ético. ¡De ninguna manera un atentado!

Vivimos sin Congreso, con un Ejecutivo golpista, y ahora el empresariado calumniado como enemigo popular. ¡Ajustémonos los cinturones!