¡Arrojo y coherencia, congresistas!
Que una camarilla comunista se introduzca al Estado por la ventana –vía un proceso electoral francamente cuestionado– con la pretensión de secuestrar a 32 millones de peruanos, de los cuales la gran mayoría aborrece al comunismo, revela de por sí que se trata de una aventura sádica, aunque probablemente fallida. Los rojos bregarán por atornillarse al poder. No obstante, al fin y al cabo el rechazo popular les hará difícil, si no imposible, conseguirlo.
Pero si ese mismo aventurerismo se da no sólo enfrentando a la mayoría poblacional, contraria al comunismo, sino en medio de una grave, inconmensurable crisis sanitaria, socioeconómica y política; con el agregado que los colonizadores del poder responden a una versión incapacitada para el manejo de un Estado de por sí complejo, y rodeados, además, por operadores políticos con graves imputaciones de corrupción, misoginia, cleptomanía, asociación para delinquir e, inaceptablemente, por apología al terrorismo, el destino de ese régimen comunista será el fracaso, a muy corto plazo.
La subsistencia de una peripecia oportunista de estas características tendría un límite: aquel que le establezca la parte afectada. Vale decir, el pueblo representado por sus autoridades. En el caso peruano, la conducta que tenga el Legislativo controlado por la oposición anticomunista y las agrupaciones políticas (no cabría llamárseles partidos) que representan a las diversas corrientes conformantes de esa mayoría congresal. Es en ese sentido que, desde este espacio, venimos espoleando al Congreso para que tome conciencia de la gravísima responsabilidad que carga en sus espaldas. La carne viene con hueso, señores congresistas. Si ustedes decidieron lanzarse de candidatos para conseguir una curul, suponenos que estaban dispuestos –decididos sería mejor– a que, contra viento y marea, harían frente a cualquiera gestión dedicada a proteger el bienestar ciudadano. ¡Porque esta es, al final del día, la obligación del legislador! Las circuntancias han determinado que su misión sea portarse a la altura de las terribles circunstancias en que está la patria. Pero haciéndolo como fusionado frente opositor, unidos como piña frente al monstruo marxista, leninista, chavista, castrista que tiene secuestrado el Perú, gracias a un sujeto infame y comunista apellidado Salas Arenas. Un tipejo que, consciente de los graves cuestionamientos demostrados como indicios de fraude electoral por varias agrupaciones políticas que participaron en los comicios de abril y junio, utilizó el indebido poder de su doble voto para convalidar un triunfo espurio, oponiéndose asimismo a realizar una auditoría a cargo de la OEA o la UE.
Más (probablemente mucho más) de la mitad de los 32 millones de peruanos cifran su esperanza únicamente en el Congreso, señores parlamentarios. Por tanto su conducta debe ser ejemplarmente de unidad y solvencia, para transmitir el resuelto mensaje de rechazo y oposición de la gran mayoría de peruanos a las pretensiones de convertir al Perú en una nación plurinacional, comunista, como plantea el gobierno temerario que preside Pedro Castillo. Régimen arropado por el comunismo -inclusive el terrorismo- a vista y paciencia de las fétidas experiencias visibles tanto en Cuba como Venezuela. ¡Arrojo, unidad, coherencia, congresistas! El Perú confía en ustedes.