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¡Así acaban los traidores!

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Fecha Publicación: 09/12/2022 - 00:00
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Rosario Benavides, la valiente Fiscal de la Nación, dio el primer campanazo imputando a Pedro Castillo como el jefe de una organización criminal dedicada a defraudar el Estado peruano. Lo demás es historia.

Tras verse acorralado porque la Fiscalía había conseguido articular un estupendo coro de delatores -cada cual, con diferentes voces; aunque dentro de una misma melodía- el miércoles último, a media mañana, Castillo decidió “disolver” el Congreso, para evitar lo inevitable. ¡Es decir, que lo vaque el Legislativo! La víspera, un tal Salatiel -uno de los sicarios de la organización criminal que, dirigida por Castillo, gobernaba nuestro país- le había narrado al Ministerio Público hechos verdaderamente nauseabundos, que colocaron a Castillo contra pared. Entre otros asuntos explicaba la entrega de dinero con montos, fechas, horas, destinatarios, quién lo solicitaba, de dónde saldrían los recursos, qué obtendrían a cambio, cuándo, etc. ¡Castillo debe haber sentido pánico! ¡Tanto que, esa noche, no durmió! A la mañana siguiente, citaba muy temprano a palacio a su núcleo duro: Aníbal Torres y Betssy Betzabet Chávez Chino. ¡Y unas pocas horas después, él aparecería -muy trémulo- ante la pantalla televisiva, leyendo un infamante mensaje cuyo propósito era anunciar un golpe de Estado! Esto inmediatamente desataría la decidida reacción en cadena de todos los resortes que tiene la Democracia dentro de un Estado de Derecho. Apareció la presidenta del poder Judicial, sancionando drásticamente la viciosa inconducta del, en aquellos momentos, todavía presidente de la República. Con talante sereno aunque intolerante, doña Elvia Barrios anunció que el poder Judicial dejaba establecido que desconocía la espuria orden de Castillo, calificándola de inconstitucional y golpista. ¡Vale decir, juntamente con el Congreso de la República, ahora eran dos de los tres poderes del Estado los que se declaran en rebeldía contra el ucase golpista de Castillo! Pocos minutos más tarde, haría lo propio Francisco Morales, presidente del Tribunal Constitucional, denunciando el quebrantamiento de la Carta Magna y un criminal rompimiento del sistema democrático. ¡Estas valiosísimas voces marcarían el punto de inflexión de aquella aventura golpista de Pedro Castillo! Luego sobrevendrá el épico pronunciamiento de los tres comandantes generales de nuestras Fuerzas Armadas y, a renglón seguido, el de la Policía Nacional. Ejemplo de una maciza conducta democrática. ¡Y tras considerarse perdido -sin apoyo de los demás poderes del Estado ni respaldo de las instituciones tutelares de la Defensa Nacional- surge la vergonzante huida de palacio del cobarde Castillo, en compañía del muppet Aníbal Torres! Acto que desembocó en su cinematográfica captura policial en la avenida Wilson; su ingreso como delincuente a la Prefectura de Lima y, más tarde, su traslado en helicóptero a una prisión. El único reparo que tendría este escriba, respecto al impecable proceder de los poderes del Estado de nuestras FF.AA. y la PNP, es que se le haya facilitado un indebido favor al reo Castillo. ¡Que semejante delincuente sea trasladado sin marrocas ni chaleco de “Detenido” para demostrar cómo acaban los delincuentes que transgreden la Constitución! Y, asimismo, cómo terminan los renegados que perjudican social, política, económica y moralmente al Perú.

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