Así no juega Perú
El fútbol, el deporte más popular. La política y sus políticos, los más impopulares. Ambos nos unen y enfrentan en medio de pasiones y odios. Ambos tienen algo en común, sus pobres resultados.
Política y fútbol son fiel reflejo de nuestra realidad y sabemos que nos irá peor si seguimos eligiendo mal y nombrando a quienes ni siquiera son capaces de armar un equipo para poner en marcha un plan con posibilidades de éxito.
Qué nos deparará el futuro, si los que enseñan mienten y plagian. Qué ejemplo podrían darle a nuestra juventud que, desorientada, convive y crece en una sociedad en que los antivalores se imponen por goleada. Sin duda serán como sus “maestros” en una versión mejorada.
Si Perú mantiene los mismos “jugadores”, seguirán buscando aplausos de la tribuna aplicando medidas cortoplacistas y populistas. Cuando los recursos se agoten y sin el respaldo de una pensión de jubilación, sólo nos quedará llorar. Lo único que incrementará será la tasa de pobreza y miseria.
¡Así no puede seguir jugando Perú! No levantamos la voz para condenar la negligente decisión de gastar millones de dólares en inútiles refinerías y carreteras, en vez de orientar esos recursos para que miles de peruanos pudieran acceder a mejores servicios de salud o una educación pública de calidad.
Somos mudos espectadores frente a una educación, devaluada en principios y valores, impuesta por un currículo escolar orientado a tener alumnos entrenados en lo que pueden hacer con su cuerpo, que lo que puedan lograr con más conocimiento.
No protestamos ante el avance de la delincuencia que ya no se esconde en la oscuridad de la noche y ahora, generando caos, “trabaja” 24x7.
Fuimos pasivos ante la inacción de la justicia frente a los responsables de la criminal corrupción durante la pandemia.
Indigna la permisividad con los ídolos de barro de la mala prensa que se van sin sanción y nos dejan embarrados.
Apena la indolencia del Congreso que pareciera más interesado en mejorar sus remuneraciones, en vez de fiscalizar y sancionar ejemplarmente a tanto funcionario corrupto.
Ahora nos debería preocupar que algunos endiosados fiscales, en una guerra interna sin cuartel, pretendan repetir la jugada contra Chávarry, empapelando a la valiente fiscal de la Nación que busca impedir que la justicia siga escudando y premiando la corrupción.
¿Vamos a permitir que los caviares, buscando poder, conspiren promoviendo una rebelión en la Fiscalía y apoyen la permanencia de una cofradía enquistada en la JNJ, JNE y ONPE, subordinada a quienes les aseguren sus sueldos dorados?
No podemos ser indiferentes, como muchos que todavía no se sienten afectados. ¡Así no juega Perú!
Este partido lo tenemos que jugar todos. ¡Si nos quedamos callados, nos van a silenciar!
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