¡Aténgase a las consecuencias, presidenta Boluarte!

Todo tiene un límite, inclusive la defensa de la Constitución. Cuando vemos que los poderes del Estado transgreden, violan y pisotean descaradamente la Ley de Leyes, es momento de que el pueblo diga basta y deponga a sus autoridades. Por más electas que estas hayan sido, al amparo de las reglas de juego de la Constitución. La razón es sencilla: permitir que el estado de cosas siga como si nada ocurriese —mientras los jefes de Estado, los congresistas, los jueces y fiscales hacen lo que les viene en gana, tan solo para mantenerse en el cargo, sino para continuar violando la Carta Magna y las leyes sin sufrir consecuencia alguna— quiere decir que en dicho país definitivamente se ha institucionalizado la anarquía absoluta; y, consecuentemente, se ha abierto el camino a la disolución del Estado. Y esto no pueden permitirlo aquellos ciudadanos amantes de la democracia y del Estado de Derecho, que tanto dolor, sangre y lágrimas ha costado a muchas generaciones.
El gobierno que, desde el 7 de diciembre de 2023, encabeza Dina Boluarte es, sin la menor de las dudas, un régimen fallido, incapaz de llevar al Perú por el camino del progreso y de la paz social, signados por un principio elemental de toda democracia: cuidar la vida, la salud y el patrimonio de los ciudadanos. Porque nada de esto ha querido, sabido ni, menos, podido hacer el régimen vigente. Por tanto, no cabe duda de que hay fundadas razones para que permanezca latente esa suerte de murmullo generalizado, respecto a que, por quítame estas pajas, la ciudadanía está dispuesta a apoyar un putch para acabar con el gobierno actual. ¡Por más que se esgrima el sambenito de que las elecciones generales se encuentran a la vuelta de la esquina! En estos casos, la paciencia tiene mecha corta, y la población le ha dado demasiadas oportunidades a la presidenta Boluarte para que cumpla su promesa y, sobre todo, su obligación básica: cuidar la vida y la salud de Juan Pueblo. El asesinato, el sicariato, los extorsionadores, los petardos de dinamita, las armas automáticas, las decenas de muertes cada día —y toda esa parafernalia, consecuencia del crimen organizado que campea en este país— han pasado a ser rutina entre los peruanos, por culpa de la incapacidad del gobierno de Dina Boluarte. Las ridículas promesas de los voceros oficialistas, afirmando que esta vez sí le asestaron un duro golpe a la delincuencia, son tan reiterativas que la gente sencillamente las repudia.
Por tanto, con justificada razón, cada hora que pasa la estabilidad en el cargo de la presidenta Boluarte se hace más difícil, y su alejamiento de la jefatura del Estado a cada instante es crecientemente imposible de asegurar.
La inseguridad ciudadana ha sobrepasado el límite de la paciencia, presidenta Dina Boluarte. Nadie cree en sus falsas ilusiones ni en sus repetitivos ofrecimientos sobre los mismos cimientos de su fracasado gobierno. Hemos defendido la estabilidad del gobierno, como deber democrático. Pero el actual nivel de inseguridad ciudadana ha sobrepasado cualquier límite imaginable.
¡Aténgase a las consecuencias!

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