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Ausencia de autoridad

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Fecha Publicación: 08/01/2023 - 23:50
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El gobierno está a la deriva, navega sin rumbo en medio de una tormenta provocada por los secuaces del delincuente recluido en Barbadillo, que pretenden regresar al poder, al disfrute de la mamadera estatal y el saqueo de los recursos públicos, provocando el caos por medio de asonadas violentas.

Dina Boluarte dedica la mayor parte de su tiempo a disfrutar de los oropeles del poder. Participa en todas las ceremonias, no se pierde una sola, con militares, policías, alcaldes, magistrados, etc.

Concede entrevistas por doquier, cosa que por supuesto fue bien recibida, dado el silencio total del inepto que ocupó antes Palacio, pero que ya se convierte en un ejercicio contraproducente cuando al exceso se le suma la carencia de ideas y las permanentes contradicciones en las que incurre.

Lo peor, no obstante, es la ambigüedad en la que pretende transitar respecto a sus hasta hace poco socios, los comunistas y ladrones que se apoderaron del gobierno.

Halaga públicamente al procesado por terrorismo Guillermo Bermejo, añora la asamblea constituyente aunque dice que todavía no es el momento, insiste en que no ha traicionado a sus compinches que hoy la aborrecen, aunque es evidente que los engañó y conspiró para desalojarlos.

En verdad, a estas alturas nadie le cree, ni sus antiguos cófrades, ni los opositores que pelearon para expectorar a la gavilla de delincuentes comunistas. Aunque existen algunas excepciones, los cándidos que confunden la necesidad de adaptarse a la realidad y aceptar lo que hay, con la obligación de rendirle pleitesía a quien no merece ni una palmada en el hombro.

El asunto es que en circunstancias complicadas se requiere de un liderazgo con visión y autoridad, algo que claramente no existe.

Por ejemplo, la descarada intervención del gobierno boliviano en el sur del país, alentando a las turbas que atacan con violencia a las fuerzas del orden, destruyen instalaciones y paralizan las actividades.

Se ha comprobado que el delincuente expresidente de Bolivia, que tiene un lugar preminente en el gobierno real de ese país, con funcionarios y exfuncionarios, están participando activamente en las algaradas, que pretenden –en la versión de algunos de sus voceros- la desintegración del Perú.

¿Alguien imagina cómo reaccionaría el gobierno chileno si algún expresidente peruano con una cuadrilla de agitadores incursionara en su territorio propugnando que Arica y Tarapacá se desgajen de ese país para retornar al Perú?

La respuesta del gobierno peruano es débil. O inexistente.

También insisten en enviar a la policía sin los medios necesarios para enfrentar a turbas muy violentas, y reiteran que van a investigar y sancionar a las fuerzas del orden por haber cumplido las órdenes del gobierno.

En realidad, si Boluarte todavía ocupa Palacio es gracias a la labor de las fuerzas del orden que han impedido que las turbas la echen.

Si nadie en el gobierno asume el liderazgo, del que carece Boluarte, otra crisis acecha.