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Autuori, dedos de organista

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Fecha Publicación: 22/04/2025 - 21:00
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No deja de sorprender la vuelta del técnico Paulo Autuori a Sporting Cristal, club al que dirigió hace un montón de años, con diferentes propósitos y resultados. Básicamente uno. Tratar de darle continuidad a un trabajo que diseñaron sus antiguos dirigentes, algunos herederos de la familia Bentín, respetando la identidad de la institución y luchando por acercarse cada día más a la aún muy distante simpatía que el público tenía y tiene mayoritariamente por Alianza Lima y Universitario de Deportes.
Gran parte de este último añadido se ha ido perdiendo cada día porque el hincha es muy práctico y si bien puede sonar inaudito, es la consecuencia de sumar derrotas, de modificar a cada rato el plan de trabajo, pasar de una escuela a otra, y por lo tanto, los resultados son cada vez más esporádicos, ocasionando el alejamiento progresivo de quienes se ubican en un lugar entre sus seguidores, supuestamente, más leales.
La simpatía se representa en forma muy objetiva. Los hinchas pagan su entrada y van a los estadios, hacen mil y una peripecias para no dejar de estar en un campo de fútbol, porque saben que el jugador que defiende esos colores necesita del calor de los suyos. Este pensamiento simplón y elemental se desmorona en La Florida cuando, hay objeciones desde todo punto de vista hasta en el colmo de la osadía poniendo en entredicho la propiedad del club en manos de un grupo de empresarios.
O cuando el equipo principal juega con vestimenta roja, un color jamás integrado a la historia del club. Es decir, una barbaridad de pergamino. O quizás es la Inteligencia Artificial rimense !!!.
La tarea de Autuori parece cuesta arriba. No se trata únicamente se revertir el mal momento, o mejor dicho, prolongado mal momento, sino pretender recuperar ese escenario cuando mucho tiempo atrás estaba respirándole la nuca a los dos grandes.
No es sólo un tema futbolístico. Va mucho más allá porque SC tiene una falencia visible producto de sus propios errores internos, donde es de advertir, esos insufribles cambios y quiebres de continuidad han tirado al tacho lo mucho que se había avanzado, cuando décadas atrás incluso disputó una final de Copa Libertadores de América.
Todo parece indicar que destruir es mucho más fácil que construir, quizás esto tenga que ver con la venta del club y la pérdida de esa identidad con la firma Backus que estuvo siempre presente y que luego de seis décadas habría revaluado si era dable seguir inyectando recursos a un club que atravesaba por una crisis transversal, quizás hoy podríamos afirmar sin miramientos, zafarse de una crisis irrecuperable.
Por estas consideraciones el arribo del técnico brasileño al Rímac puede ser aquello de “marcar la cancha” con un antes y un después.
Mientras que los celestes no vuelvan a los triunfos, no recuperen una cierta lozanía y prestancia, no hagan el supremo esfuerzo de desbaratar todos los daños que se han acumulado en los últimos años, será muy difícil ver a un SC distinto.
El fútbol profesional tiene muchas patas cojas en todas sus categorías que luce vicios ancestrales y donde no hay forma de hacer algo novedoso desde la propia federación cuya dirigencia no está a la altura de las circunstancias. Renovar sus autoridades en unos meses sería lo más sensato.
Este arrastre de arriba abajo dinamita a clubes que lucen aún seriedad en su estructura y formación de generaciones nuevas que, sin embargo, no saben como salir del marasmo. Un solo hombre con capacidad y trayectoria podría urdir las acciones más adecuadas. ¿Autuori acaso tiene dedos de organista ? Sólo el tiempo lo dirá.

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