Banalizar no es un juego
Por Leah Soibel
Cada día, más universidades de todo el mundo incorporan en sus planes de estudios cursos de capacitación para aspirantes a gobernantes. Quizá en el futuro estos estudios cargados de buenas intenciones den sus frutos y los políticos que están por llegar tomen conciencia de que como servidores públicos que son, independientemente de las siglas a las que representen, deben ser gestores intachables y ejemplo de respeto y tolerancia.
Lamentablemente, en demasiadas ocasiones, en este rifirrafe en el que todo vale, resulta perjudicada la comunidad judía. Como ocurre desde hace tiempo en el Perú, donde simpatizantes de todas las ideologías se enzarzan en las redes sociales en discusiones sobre política estatal en las que se acusan mutuamente de fascistas, comunistas o nazis. Con tal frecuencia e intensidad que los representantes diplomáticos de Israel y Alemania se han visto obligados a emitir un comunicado conjunto en el que denuncian el uso de símbolos nazis en la escena pública porque desvaloriza el fallecimiento y sufrimiento de las víctimas durante ese sombrío periodo. Por lo tanto, demostraciones de antisemitismo deben de ser eliminadas de la esfera pública al no ser el Holocausto un acontecimiento de índole político.
Un mensaje que se ha producido solo un mes después de que Israel y Alemania propusieran a Naciones Unidas una resolución contra la negación y distorsión del Holocausto, iniciativa a la que se sumó el Perú. Por eso, ambos países han lamentado que sea precisamente ahora cuando se multipliquen las demostraciones de antisemitismo, al tiempo que han hecho un llamamiento a la educación de los ciudadanos sobre uno de los periodos más dolorosos y fúnebres de la historia mundial.
Lo cierto es que la polémica en torno a actitudes antisemitas no es nueva en el Perú. Hace dos años, Vladimir Cerrón, neurocirujano y exgobernador de Junín por el partido Perú Libre, alentaba desde las redes a la unidad de la izquierda para enfrentar a los poderes judío-peruanos y el expresidente Alan García se refería con frecuencia a la mafia judía del país. En enero de 2021 Daniel Abugattás, presidente del Parlamento en 2011 y actual candidato al Congreso por la Alianza para el Progreso de Perú, usó su cuenta de Twitter para afirmar que Julio Guzmán, que había hecho un paréntesis en la campaña por la presidencia tras dar positivo por covid, produciría mutaciones neonazis y debería ser enviado a Israel para que esté con sus congéneres. Abugattás, de origen palestino y protagonista de polémicas similares en el pasado, se excusó públicamente en cuanto surgieron las primeras críticas. Entre ellas, la de la Asociación Judía del Perú que difundió un comunicado en el que destacó que las expresiones de odio son repugnantes y deberían merecer la condena de la ciudadanía en general y de la clase política en particular.
Una plaga en la que nadie está exento de responsabilidad, pero son los políticos los que deberían encabezar una cruzada pacífica pero firme contra la banalización de los discursos de odio y erigirse en líderes inspiradores.
Fundadora y CEO de Fuente Latina.
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