Barbiland y Oppenheimer
El tema es encajar para redimirse, aunque encajar es que te introduzcan en una caja. Quizás Barbie sea una película que no me propongo comentar bajo doctrinas, pues el tema existencial no solo afecta a las mujeres, afecta a todos cuando se trata de vislumbrar cuál es la función que se nos asigna y si es que estamos satisfechos con ella o si, simplemente, estamos en el limbo porque allí nos colocaron.
Cada uno tendrá algo que contar desde el momento en que repara que se espera “algo” de cada cual y que siempre hay una presión. Es la metáfora de “meterse en la caja”. En la mirada de un lado, el hombre está conminado a un papel sin lamentaciones explicitas. Hay quienes hablan de varias masculinidades, pero no se trata de masculinidad llorar o contarse la vida, se trata de humanidad, ella trasciende a los sexos.
No es fácil ser mujer, estar condenada a lucir, aunque quienes las obliguen a lucir sean implícitamente las otras mujeres y las modas. No es fácil, pese a las expansivas oportunidades abiertas en las últimas décadas, llegar a ser lo que se quiere; pero también ser hombre tiene una exigencia múltiple de victoria. Es una necia lucha por un trofeo o una más vasta contra la necesidad. Es la rivalidad con otros hombres y la impertinencia de una categoría ante la que se rindió Ribeyro en uno de sus libros: fracasar, que como tentación es un “resignarse, ¿y qué?”.
A nadie le ha quedado claro el mensaje de Barbie y sirve verla por la curiosidad ante interpretaciones tan disimiles; ante tanto es mejor recurrir al juicio propio, que también diverge, yerra y carece de certezas. Buena, mala, para adultos, filosófica, lo que se quiera decir es válido, tanto para progresistas como para conservadores. El diálogo final entre la creadora y la muñeca es clave, pero no vale el spoiler.
Oppenheimer es una película de alto nivel cinematográfico, pero conduce a una disciplina: la teoría de las decisiones. No se trata solo del pernicioso uso del conocimiento y la devastación malvada por la que algunos en este lado del charco merecían la suerte de los de Nuremberg. Se trata, además, de decidir con dificultad y disonancia en un escenario de poderes en el que por una pulgada y Hitler se anticipa con una bomba. Maldad y desastre, ciencia y desgracia, es sencillamente la tragedia humana.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.