Basta de caviares, amable lector
Empezamos el nuevo año en medio de gran incertidumbre sociopolítica y una recesión económico-financiera sin precedentes. Pocas veces seis miserables peruanos, pletóricos de corrupción y egoísmo, han gobernado sucesivamente el país. Alejandro Toledo, quien expuso a Gustavo Gorriti en la quema del local del Banco de la Nación, tras la cruenta ”marcha de los cuatro suyos” organizada por él como apoderado de la mafia caviar en este país, siempre involucrada en todas las corruptelas de Alejandro Toledo. A Toledo lo sucedería Ollanta Humala, candidato del chavismo al que Hugo Chávez envió sendas maletas repletas de dólares para financiar su campaña electoral. A Humala lo heredaría otro corrupto, Pedro Pablo Kuczynski, a su vez reemplazado por otro tan corrompido, Martín Vizcarra; seguido de aquel caradura Francisco Sagasti, quien orgullosamente entregó el bastón presidencial al golpista corrupto y ágrafo Pedro Castillo. En síntesis, durante 14 años hemos sido sistemáticamente gobernados por una banda de presidentes ladrones que, en conjunto, les han generado al Perú un incalculable perjuicio económico, tanto en lo que respecta a la desaparición de, probablemente, US$ 25,000 millones de la caja Fiscal; como a la putrefacción moral de la casta política. Lo que significa una peligrosa descomposición social, sumada al sobrecogedor caos financiero; y ambos a una quiebra moral. Diagnóstico muy difícil de superar, aun a mediano plazo. Pero si a lo anterior le sumamos la situación del estado de ánimo de la nación, la ecuación se convierte en un auténtico enigma. Y en esas andamos en medio de una pavorosa desorientación, donde una colosal mayoría de borregos prefiere seguir el camino facilista hacia lo mismo, sin sacrificarse, yendo por el recorrido contrario al de la regeneración que conduce a la luz.
Por si aquello fuese insuficiente, para todos los efectos estamos ingresando con los ojos vendados y los oídos tapados al periodo preelectoral de las elecciones 2026, una figura aterradora, porque la crisis que arrastramos desde inicios de la segunda década de este siglo –cuando ingresa la izquierda al poder con Humala– no permite que encontremos el camino (en rigor, la persona) que lidere el cambio que demanda el país. Lo que implica prolongar la coyuntura, dirigiéndonos claramente al desastre.
El camino que venimos recorriendo hace década y media está equivocado. Por tanto, no insistamos en recorrer nuestras huellas. Empecemos por entender que los caviares son los autores intelectuales y materiales de la quiebra sociopolítica/económica/moral que arrastramos desde la instalación de la izquierda en el poder con Humala. Amable lector, los caviares –siempre huérfanos de respaldo popular– han perdido en cuanta elección han participado. Por eso, con tal de aparecer en la foto del poder, se dieron maña para endiosar a los candidatos zurdos que les ofrecían coparticipar en su gestión de gobierno. ¡La receta que proponemos es fácil! En adelante, usted nunca le haga caso a un caviar, por más buenistas que parezcan sus propuestas, endiosando a determinado candidato vía los medios de prensa que dominan: República, Comercio, RPP. Canales 2, 4, 5, 8, 9, etc.
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