Basta de engaños, presidenta Boluarte

El gobierno de Dina Boluarte se caracteriza por su incapacidad para percibir, asimilar y resolver los problemas que aquejan al ciudadano. Incluso reprocha que el pueblo exprese sus justificadas quejas, harto de vivir inmerso en este tsunami de intimidaciones que atentan contra su vida y salud, tanto alrededor de su domicilio como donde desarrolla sus actividades familiares, laborales o de recreo. La ciudadanía está indignada por esta avalancha demoníaca y criminal –sin precedentes– sin que la autoridad adopte medidas en resguardo del poblador. Hablamos, evidentemente, de la inseguridad ciudadana, que ha copado todos los espacios del país, alimentada por la incapacidad gubernativa para establecer el plan de Seguridad Ciudadana ofrecido hace casi dos años. Es más, cada vez que la prensa refleja la espantosa realidad, la propia presidenta Boluarte sale a reprocharla. Vivimos, pues, en un ambiente tóxico y amedrentador. Sin embargo, en lugar de que el gobierno convoque a expertos en la materia, doña Dina rehúsa adoptar medidas drásticas, incluso ante evidencias cada día más contundentes y riesgosas para la vida y salud del ciudadano. Sin duda, Boluarte busca acallar el reclamo general, apelando a lo único que sabe hacer: insistir en la palabrería hueca y la inacción. El paro de transportes del lunes y martes pasados fue un campanazo para el gobierno. O emprende en el término de la distancia un plan coherente de corto plazo para erradicar la asfixiante inseguridad ciudadana, o mejor aténgase a las consecuencias, presidenta Boluarte. Es intolerable seguir viviendo junto a mafias mayormente dirigidas por malandrines de la peor estofa, de nacionalidad venezolana, que campean día y noche por nuestras ciudades agrediendo y/o asesinando a diestra y siniestra.
En las actuales circunstancias, este método gansteril –instituido por una banda de extorsionadores extranjeros, a los que el gobierno Boluarte no ha tenido el coraje de enfrentar, apresar e, inclusive, deportar– reviste todas las características de un escuadrón de terrorismo urbano. El paro del lunes, convocado por los gremios de transporte público, revela el grado de conmoción que reina entre los trabajadores, los usuarios y el público en general, tras casi dos años de continuos engaños por parte de la presidenta Boluarte. “Es injusto que personas –inclusive extranjeras– se instalen en nuestro país para quitarnos la vida y/o el trabajo exigiéndonos cupos diarios por ir a trabajar. Queremos más policías”, fue el justo temperamento de una mayoría ciudadana hastiada de este gobierno. Horas más tarde, en una ceremonia por algún otro motivo, la presidenta Boluarte expresó: “Estamos respirándoles en el cogote” –refiriéndose a los extorsionadores– “pronto daremos con ustedes”. Por su parte, la comandancia general de la PNP prometió a los transportistas que personal del Grupo Terna –camuflado con ropa de civil– viajará en los buses de transporte público resguardando la seguridad de los pasajeros. Más efectivo sería que –como ocurrió durante la época del terrorismo– en cada bus de transporte público viajen dos soldados del Ejército, portando cada cual un fusil con bayoneta. Uno adelante y otro en la retaguardia del bus. Resultado: ¡nunca más asaltaron a los pasajeros!

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