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Basta de improvisaciones

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Fecha Publicación: 31/05/2025 - 23:00
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Según Wikipedia, el “progresismo” fue impulsado en el Perú por editores como César Antonio Ugarte, Hildebrando Pozo y Abelardo Solís. Empecemos precisando que el vocablo progreso significa prosperidad, avance, adelanto, bonanza, florecimiento, mejora, impulso, éxito, ventaja, crecimiento, desarrollo, ascenso, iluminación, evolución, perfección, cultura, civilización, auge, cultura, etc. ¡Vale decir, exactamente lo contrario a aquello que predica esa corriente fracasada!
Ya en los años sesenta, las ideas progresistas habían calado fuerte en movimientos religiosos, cobijadas bajo el umbral de la “teología de la liberación”. Esto impulsó el declive de la oligarquía peruana de entonces, cuya contundencia se contrajo tras la incursión del gobierno socialista-revolucionario de Juan Velasco Alvarado.
Si bien Alberto Fujimori derrotó al terrorismo —y finalizó con éxito su primer quinquenio de gobierno—, en su segunda fase generó una fortísima contracorriente antifujimorista, provocada por su errada reelección contraria a las prédicas pragmáticas/liberales proclamadas por sus partidarios. Esto sin duda frenó el crecimiento económico peruano, reflejándose en un menor bienestar social unido al mayor malestar de la gente.
El rechazo reeleccionista impulsó el socialismo, al extremo que finalmente logró secuestrar el poder hace una docena de años. ¡Desgracia que arrancó con Ollanta Humala! Porque la zurda sigue gobernando de manera autocrática, improvisando nefastas transformaciones sociales, económicas, políticas, etc., impregnadas del ultracorrosivo/vengativo, corrupto socialismo sudaca.
Haciendo un alto, recordemos que Barrantes propulsó la corriente progresista en nuestro país. Hablamos, sin duda, de un concepto pervertido y tramposo —bien aprovechado por la mafia caviar— desde que esta capturara el poder con Toledo a inicios del siglo XXI.
Hoy, afortunadamente, los caviares están perdiendo fuelle, encontrándose al servicio exclusivo de fanáticos oportunistas y corruptos que llenan sus bolsillos con fondos opacos de colosales fortunas foráneas, supuestamente destinados a generar obras sociales. Por eso defendemos a ultranza la ley que controla los ingresos y gastos de las ONG “para hacer obra en el Perú”; porque, ahora, mayormente ese dinero va a la billetera caviar para seguir avivando el progresismo.
Para eso, el wokismo/progresismo caviar apela al “lawfare”, manipulando procesos legales y sacando ventaja sobre el Estado, utilizando la ley retorcida y politizadamente como arma arrojadiza contra el Perú; ¡NO como un medio de justicia! En síntesis, implica apelar al uso espurio del sistema judicial, con el fin de desacreditar, perjudicar y eliminar cualquier traba sin que lo mande la ley.
Hablamos de un crisol de ideas forzadas por los grandes experimentadores de sensaciones y tensiones que provienen del comunismo post Muro de Berlín, delincuentes abocados a descomponer la vida humana, convirtiendo al hombre en “dios”. Al extremo que la ideología de género procura, incluso, que el hombre engendre un ser humano parido a su imagen y semejanza, siendo ello una fabricación de aventureros en procura de fama y trascendencia.
Gente que, al final del día, lo único que genera es agregarle más presión a esa ya bastante insoportable tensión social que mantiene en ascuas al planeta, impidiendo que el mundo regrese a ser aquel lugar de solaz, paz y esperanza con que alguna vez nos favoreció la naturaleza humana.

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