¡Basta de jugar con fuego, mandatario Vizcarra!
La osadía del presidente fáctico Vizcarra de engañar al público con inauguraciones de obras que ya fueron estrenadas; o continuar presentando proyectos hospitalarios a la población siendo simples cascarones -pues en unos casos carecen de equipos, en otros de personal, y en todos de medicina- revela una entraña mendaz y fraudulenta. Una tesitura que lo único que hace es exacerbar –si cabe más- la justa indignación de los peruanos frente a un gobernante que miente sin escrúpulo, mientras por debajo lo que corre es mucho dinero de la corrupción buscando la mejor fórmula para librarse de la Justicia. Para esto, como es evidente, el presidente Vizcarra cuenta con el respaldo obvio e incondicional de los fiscales Vela Barba y Domingo Pérez; y estos, a la vez, se ven protegidos por un jefe de Estado al cual es fácil someter a cualquier amenaza en razón de sus trayectorias pública y privada.
Primero, como gobernador de Moquegua, donde existen decenas de denuncias en Fiscalía contra él. Después como el ministro de Transportes y Comunicaciones que aprobó aquella escandalosa corruptela llamada Chinchero, y adjudicó obras a la constructora Casa –del “club de la construcción”- por unos S/ 900 millones, mientras esta empresa declaraba haber aportado US$200 mil para la campaña de Kuczynski y entregado esa suma en efectivo al entonces jefe de campaña pepekausista, Martín Vizcarra. Y finalmente, ya como presidente postizo, Vizcarra viene desempeñándose como un redomado golpista habiendo clausurado el Congreso al amparo de artimañas que un Tribunal Constitucional independiente –no el mamarracho que tenemos, que acata consignas politizadas y se somete a la venia de Palacio de Gobierno- habría condenado por violatorias a la Carta, atentatorias contra la Democracia, y puesto en su sitio a Vizcarra probablemente defenestrándolo del cargo de jefe de Estado que le concediera aquel Legislativo que él mismo clausuró. Nunca por el voto popular.
Con semejante carga negativa. Vizcarra insiste en imponer su estilo todopoderoso sin medir las consecuencias de esta conducta en circunstancias sumamente críticas como las que afectan al vecindario, donde las poblaciones se han levantado violentamente –excitadas por operadores profesionales despachados desde La Habana y Caracas, y teledirigidos por el oprobioso Foro de Sao Paulo, eje del latente comunismo sudaca- contra la desatención de sus gobernantes. A estos los acusan de abandonar al pueblo para privilegiar sus propios intereses. Claramente, lo que viene haciendo Vizcarra con estas engañifas llamadas “inauguraciones” de hospitales, escuelas, carreteras, etc. En rigor, reinauguraciones. Porque, repetimos, esas obras ya fueron estrenadas por otras autoridades. O, inclusive, presentadas por el mismísimo Vizcarra pero como simples construcciones en casco; sin equipamiento ni personal para operarlas y mucho menos presupuesto para funcionar. ¡Pero esta farsa, ingeniero Vizcarra, lo único que hace es meterle todavía más presión al caldero de la indignación popular! ¿Pensará Vizcarra que el Perú está vacunado contra la crispación social sudamericana, desatada por los rezagos marxistas sudacas hermanados a la izquierda peruana?
Basta de jugar con fuego. Con su ineptitud está arriesgando la vida y hacienda de 31 millones de peruanos.