Basta de simplismo y división empresarial
La drástica caída en el apoyo de los gerentes generales de las empresas a la gestión de Dina Boluarte, de 71% en 2023 a tan solo 12% en 2024, según Ipsos, revela una crisis de confianza ocasionada por los crecientes problemas de criminalidad, inestabilidad política y deterioro institucional. La gran decepción del sector privado radica en presenciar la debilidad del Ejecutivo ante las tendencias populistas del Congreso, que amenazan con incumplir la meta fiscal.
En crisis, los líderes empresariales tienden a actuar de forma dispersa, uniendo fuerzas únicamente en momentos de gravedad extrema. Esto se observó con el intento golpista de Castillo, cuando “Empresarios Unidos por el Perú” agrupó a 200 gremios que representaban a tres millones y medio de empresas para rechazar la Asamblea Constituyente. En contraste, actualmente, apenas ocho grandes gremios y sindicatos se han pronunciado juntos en contra de las polémicas modificaciones propuestas al Código Penal aprobadas en primera votación del Congreso, enfocadas en la lucha contra el crimen organizado. Ignorar sus observaciones dejará a la población aún más vulnerable a extorsionadores y asaltantes.
Nos urge fomentar la unidad, acción y liderazgo frente a uno de los momentos de más desunión y complejos de nuestra historia: la creciente polarización política, la desaceleración económica y la antesala a las elecciones 2026. Esta polarización incluso llega el tejido empresarial y se hace manifiesta como la “cultura de cancelación”. Elon Musk, magnate de Tesla, aludió a este fenómeno como el “virus woke”, originalmente vinculado a movimientos sociales y manifestaciones de afrodescendientes y otros grupos marginados en EE.UU, como los LGBTQ+. Este “virus” invade el ámbito empresarial cuando se adoptan ideologías con el único propósito de complacer a ciertas élites y preservar contratos o subsidios gubernamentales, desvalorizando el verdadero compromiso con estrategias como ESG y otras iniciativas socialmente responsables, cuyo alcance real a menudo resulta desconocido para sus propios clientes. Disney, Target y Netflix sufrieron fuertes pérdidas al asociarse con la percepción de hipocresía.
Este ambiente no solo genera dispersión en el empresariado, sino que amenaza la soberanía nacional, mediante la imposición de agendas foráneas que distan muchísimo de nuestras verdaderas necesidades. Pavimenta un escenario en el que las ideas valiosas son descartadas en función de quién la dijo y si es aceptado como “políticamente correcto”, sin importar si el mensaje aporta o no. Así, algunos gerentes generales terminan defendiendo posturas de ONG o pseudo Think-tanks, criticando al Congreso de dictatorial por intentar fiscalizar o supervisar a las mismas ONG, atentar contra la autonomía de la JNJ y otras, o introducir precisiones en la legislación de la prescripción de lesa humanidad para proteger a policías y militares, mostrando posturas activistas en derechos y libertades propias de las ONG.
Este enfrentamiento nace de movimientos respaldados y financiados por algunos líderes de empresas, principalmente gerentes, que bajo la premisa de progreso e inclusión, alimentan una dinámica destructiva. Tal dinámica nos aleja de la claridad en nuestras misiones, distorsiona las políticas empresariales y diluye valores esenciales para la cohesión social: la confianza, integridad, responsabilidad, justicia, compromiso con la comunidad, empatía y esperanza.
Es esencial que el empresariado se junte para destacar las fortalezas y oportunidades de nuestro país: promover la inversión privada como eje del crecimiento, liderar en la implementación de reformas sociales y económicas responsables, y guiar a la sociedad hacia la unidad nacional. De la queja se debe pasar a la acción, delineando y ejecutando planes cohesivos que favorezcan el bien común y fomenten la inversión. Este es el momento de reafirmar nuestro compromiso con el crecimiento y el desarrollo, impulsando la eficiencia, sinergia y colaboración para superar duplicidades y obstáculos al progreso que anhelamos.
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