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¡Baterías, redes eléctricas, y defensa, necesitan cobre!

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Fecha Publicación: 27/05/2024 - 23:00
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Un interesante artículo publicado por La Vanguardia, el muy bien informado diario español, se ocupa de lo que le denomina “el metal de la electrificación”, refiriéndose al cobre. Pronostica que está encaminado a convertirse en el petróleo del siglo XXI, como elemento clave para la transmisión energética. En el Perú, las principales mineras cupríferas son: Cerro Verde (accionistas: Cyprus Metal Co., Buenaventura y otros), Antamina (accionistas: BHP, Glencore y Buenaventura), Las Bambas (del consorcio chino que lidera MMG), Southern Perú (Grupo México), Antapaccay (de Glencore) y El Algarrobo (Buenaventura). Entre los proyectos cupríferos pendientes de autorización por el Gobierno –considerando que acá los permisos para hacer minería no tardan años, sino décadas– figuran Michiquillay (Southern, prevista para 2032); Quellaveco (de los mayores yacimientos cupríferos del mundo, propiedad de Anglo American), Río Blanco (Xiamen Zijin Tongguan, China) y Tambogrande (de la junior canadiense Manhattan).
Con la llegada de la electrificación a los motores de la industria automotriz, el precio del cobre ha trepado 30% en lo que va del año y sigue al alza. No obstante, desde el régimen de Ollanta Humala nuestros gloriosos gobernantes nunca pensaron en el desarrollo nacional, sino en el qué dirán los comunistas. Tanto Ollanta, Kuczynski, Vizcarra como Sagasti se acobardaron ante la grita antiminera roja, paralizando los proyectos mineros e hiriendo gravemente nuestro progreso. El principal ingrediente para favorecernos lo tuvieron a la mano: autorizar los colosales proyectos cupríferos con que contamos. Prefirieron, como de costumbre, claudicar, flotando muertitos para arruinar, como de costumbre, nuestro futuro. Sí. Claudicaron cobardemente ante la consigna comunista de borrar del mapa a la minería peruana para, de esta manera, pauperizar –todavía más aceleradamente– al Estado y, en consecuencia, generar las suficientes condiciones de miseria para imponernos la inmunda bandera totalitaria, adueñándose ad infinitum el comunismo de nuestra patria.
De nada sirvió que, anualmente, el precio del cobre batiera récords desde que, el año 2000, arrancó el “boom económico de China”. Hoy con Boluarte al mando, seguimos desperdiciando los magníficos pronósticos. Leamos qué informa La Vanguardia: “Según el banco de inversión Goldman Sachs este mes, ante la falta de solución a corto plazo para que entren en operación algunos yacimientos cupríferos que siguen sin explorarse, la única manera de mantener operando el mercado del cobre será racionar la demanda. Al ritmo que operan, la previsión apunta a un aumento del consumo del 50% para el 2050 (...). Entre tanto, la transición energética sigue avanzando; pero necesita cobre para los vehículos eléctricos, para potenciar las redes eléctricas y las bombas de calor que sustituirán a las calderas o a los paneles solares y las baterías, sin considerar los avances que aparezcan conforme vaya consolidándose la inteligencia artificial. Incluso el riesgo de las guerras de Ucrania y Oriente Medio juega a favor del metal cobrizo, porque constituye un elemento clave para la producción de proyectiles y municiones: los drones militares y otros equipamientos electrónicos utilizan cobre”. Enmendando a Raimondi, continuamos siendo el mendigo sentado, esta vez, sobre un banco de cobre.

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