Bipolaridad peruana: un peligro
La bipolaridad en la gestión política peruana es el mayor obstáculo para el progreso y la estabilidad. Bajo el gobierno de la presidenta Dina Boluarte, se ha manifestado una marcada dicotomía entre la imagen que el país proyecta internacionalmente, como en el APEC, y la gestión a nivel interno, evidenciada por la ausencia en eventos como CADE. Esta falta de presencia no es sino una oportunidad desperdiciada para reconectar con un empresariado local todavía afectado por las señales de desconfianza institucional que datan de los primeros gobiernos de García y Humala.
El Perú parece perder el norte, y esta dirección errática parece responder a una falta de interés por parte del gobierno. Esto no escapa a la percepción de Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva. Su llamado a no minimizar la importancia del empresariado, contrarrestando el mito nocivo sembrado por Castillo de que “otros se llevan la riqueza”, es un recordatorio oportuno. Continuar perpetuando tales mitos agrava la ya existente crisis de confianza y perpetúa malentendidos sobre el papel crucial del empresariado en el desarrollo del país. CADE representaba el escenario ideal para que el gobierno explicara su posición y estrategias de manera clara y sin distracciones.
Hace casi un mes, Boluarte convocó al Consejo de Estado para tratar temas críticos como la seguridad, la justicia y el control migratorio. Sin embargo, desde el 5 de noviembre, ningún acuerdo ha trascendido de manera significativa, dejando a la opinión pública en un estado constante de inacción y descontento. Parece que el liderazgo actual no logra concretar estos acuerdos en resultados palpables, afectando la coherencia de su gestión y comprometiendo su credibilidad.
La dificultad del gobierno para mantener a sus talentos y para tomar decisiones oportunas evidencia una carencia de visión estratégica y una alarmante inconsistencia en su mensaje gubernamental. La salida de profesionales y la parálisis ante desafíos estructurales críticos, como los problemas en PetroPerú, demuestran una gestión a merced de la indecisión.
Ahora es urgente que el Congreso debata la Ley MAPE y publique normativas para frenar la expansión del Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo). Esta falta de coherencia no ha pasado inadvertida, encontrando eco tanto en la ciudadanía como en el empresariado, cuya desaprobación se refleja uniformemente en las encuestas recientes. La percepción de inactividad, falta de liderazgo y una creciente polarización política pintan un futuro sombrío para el Perú.
Ante este panorama, se impone la necesidad de un cambio radical en el liderazgo del país. Un liderazgo firme, que alinee la narrativa internacional con acciones concretas a nivel local, resulta vital para restablecer la confianza en distintos sectores de la sociedad. Un gabinete caracterizado por su transparencia y competencia podría ser la llave para devolver al país la estabilidad y la esperanza.
La instauración de un gobierno de transición, que aprenda de experiencias previas y se enfoque en garantizar resultados tangibles, se perfila como la ruta hacia la superación de las crisis económica, social y política que amenazan con desestabilizar al país. Si se opta por este camino, correspondería al Congreso liderar el proceso, siendo clave la formación de un gabinete de consenso que establezca objetivos claros, como la convocatoria a elecciones en una fecha fijada, para recobrar la confianza del público.
El Perú no puede darse el lujo de permanecer inactivo. Es tiempo de que sus líderes políticos hagan su propio examen de conciencia al estilo de Confucio: “Quien no puede gobernarse a sí mismo, ¿cómo podrá gobernar a los demás?”. Ha llegado el momento de que los líderes peruanos reflexionen y actúen con la urgencia y la determinación que exige la actual coyuntura.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.