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Blas de Ostolaza y el tradicionalismo hispánico

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Fecha Publicación: 25/01/2025 - 20:40
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En el Perú, el tradicionalista tuvo como su más alto exponente a don Blas de Ostolaza (1771-1835), rector del Seminario de su Trujillo natal, quien al llegar a España (1802) tuvo el honor de ser capellán de la familia real y preceptor del Infante don Carlos, hermano de Fernando VII. Cuando Napoleón envió prisioneros a los príncipes a Francia, Ostolaza los acompañó en su reclusión hasta que fue expulsado por los captores, pues él era el “ángel tutelar” que sostenía la moral de los cautivos. De regreso a España, se dedicó a defender al rey; por ello, don Blas ofreció una brillante pieza oratoria titulada Sermón Patriótico Moral (25-I-1810), dando testimonio de las grandes penurias que estaba sufriendo el monarca prisionero. Esta homilía dio gran renombre a nuestro compatriota, llegando a imprimirse hasta siete ediciones del texto.
Fue gracias a esta rápida fama que a Ostolaza se le eligió diputado en las Cortes de Cádiz, que se instalaron en aquel puerto (24-IX-1810). En esas cortes, se destacó por su defensa del trono y el altar. Por lo dicho, don Blas fue vocero en las cortes de la corriente política tradicionalista que tenía por exponentes a los más célebres pensadores católicos de entonces, como eran Fray Francisco de Alvarado (1756-1814), autor de las Cartas del Filósofo Rancio, el capuchino José Benito Anguita Téllez (1777-1850), quien se hizo conocido bajo el seudónimo del “padre Rafael Vélez” y fue autor de Los Planes de la Filosofía (1812) y la Apología del Altar y el Trono (1818), que fue la obra que más renombre alcanzó. El “padre Vélez” también fue famoso por la publicación del periódico El Sol de Cádiz, el cual sirvió de vocero a los defensores del partido realista durante los debates de las Cortes de Cádiz.
El padre Ostolaza compartió escaño en las cortes gaditanas con otros diputados por el Reino del Perú como Dionisio Inca Yupanqui, Ramón Olaguer Feliu, Pedro García Coronel, Antonio Zuazo, Domingo Alcaraz, José Antonio Andueza, José Lorenzo Bermúdez, Tadeo Joaquín Garate, José Antonio Navarrete, Mariano Rodríguez Olmedo, José Joaquín de Olmedo y Francisco Salazar y Carrillo. Es interesante anotar que el diputado peruano Vicente Morales Duárez (1757-1812), que llegó a presidir las cortes, fue un destacado exponente del fidelismo liberal.
Al regresar a España el rey Fernando en 1814, Ostolaza estuvo entre los firmantes del manifiesto llamado de los “persas”, que se considera el primer documento programático del conservatismo hispánico. Por ello, al recuperar el poder los liberales exaltados entre 1820 y 1823, sufrió persecución y cárcel por sus ideas.
Durante la década de 1823 a 1833, apoyó al partido “ultra-realista” o “apostólico” que sostenía los derechos sucesorios del Infante don Carlos frente a los desafueros que realizaba su hermano Fernando VII. A la muerte de este rey, en 1833, estalló una guerra civil dinástica en la que fue decidido partidario del rey legítimo, Carlos V, su antiguo discípulo y, por defender la causa “carlista”, fue fusilado sin juicio en Valencia en 1835.
Como recuerda Ricardo Palma en su tradición El Godo Maroto, otro peruano que combatió por el carlismo fue Leandro Castilla y Marquesado, hermano mayor del presidente Ramón Castilla (1792-1867), quien en 1840 fue el último oficial en capitular en la ciudad de Morella, dando por finalizada aquella contienda civil.

Por Fernán Altuve-Febres Lores

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