Bolivia, el precio del silencio
Las denuncias de fraude electoral a favor del presidente Evo Morales, han determinado que la OEA y la Unión Europea, apoyados en informes de sus veedores, demanden la convocatoria a nuevos comicios, en razón de que existen elementos suficientes para no legitimar un evento a todas luces amañado.
En ese contexto, es importante destacar que la Iglesia católica, a través de la Conferencia Episcopal, emitió un pronunciamiento claro y contundente sobre el proceso electoral boliviano:
“Nos parece observar, junto a muchos ciudadanos, indicios de fraude en los datos transmitidos, entre los que destacamos la TOTAL ausencia de coincidencia con el conteo rápido, junto a la sospechosa interrupción del recuento provisional de votos en la noche post electoral -16 horas- con denuncias e imágenes de hechos que se sitúan al margen del respeto a la legalidad”.
Carlos Meza, por su parte, sostuvo documentalmente que por lo menos 950 actas fueron manipuladas y 190 mil votos cambiados o agregados al candidato Morales, quien, en respuesta, lo calificó de “cobarde” y “delincuente”, lenguaje procaz propio de quien está acostumbrado a responder no con argumentos sino con insultos, como hacen en Venezuela sus aliados políticos Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Un equipo de ingenieros de la Universidad Mayor San Andrés de La Paz, a su vez, publicaron un estudio técnico de alta calidad, encontrando burdas alteraciones en 3% de las actas computadas; es decir, en 1,058 mesas ocurrieron “modificaciones” -mejor dicho “cambiazos”- para favorecer a Morales y a los diputados de su partido.
Y, en esta secuencia de protestas, varios países americanos también están solicitado nuevas elecciones. Así lo han hecho Chile, Argentina, Estados Unidos y Brasil. El Perú mantiene prudente (o imprudente) silencio, seguramente en consulta con Grupo de Lima.
Lo que suceda en Bolivia será sustantivo para la prevalencia de la democracia continental, especialmente en circunstancias que el “huracán bolivariano”, impulsado por el régimen de Maduro y fuerzas de izquierda radical, están provocando violencia y desórdenes sociales en las Región.
Finalizo diciendo: la crisis boliviana ocurre porque el secretario general de la OEA, embajador Almagro, respaldó arbitrariamente la postulación de Evo Morales, que estaba impedido de postular por la Constitución y por un referéndum; y, también, porque esa ilegal candidatura fue consentida por el silencio cómplice del Consejo Permanente del organismo hemisférico.
Como se dice, estamos cosechando lo que sembramos.