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«Brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía»

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Fecha Publicación: 04/02/2023 - 21:00
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Queridos hermanos:

Estamos en el quinto Domingo del Tiempo Ordinario. La primera Palabra que nos ofrece la Iglesia es del Profeta Isaías que dice: “Parte tu pan con el hambriento, hospeda los pobres, cubre a quien ves desnudo y no te desatiendas de los tuyos.” Qué importante es la Palabra que nos llama a la conversión y nos invita a decir: “Aquí estoy Señor”. ¿Cómo destruimos la opresión del hombre? Presentando amor, es decir, donándonos al otro, ofreciendo al hambriento de lo nuestro, dándonos al otro plenamente, como ha hecho Jesucristo.

Por eso respondemos con el Salmo 111: “El justo brillará en las tinieblas como una luz”. ¿Quién es el justo? Cristo, él es quien va a llevar a cumplimiento en nosotros el ser cristiano del que habla este salmo.
Y de esto mismo nos habla la Segunda Palabra tomada de la Carta del apóstol san Pablo a los Corintios. Dice san Pablo: “Yo me presenté ante vosotros débil y temblando de miedo”. ¿cómo se va a anunciar el Evangelio? Siempre vamos débiles y temblando, como dice el Salmo: “Al ir se va llorando y al retornar se vuelve cantando”. Es Dios quien lleva a cumplimiento su promesa y con su Espíritu Santo nos configura a su imagen y semejanza, y nos impulsa a anunciar su amor y misericordia. Cuando anunciamos el Kerigma, no buscamos el aplauso, sino presentar a Jesucristo crudamente, en la autenticidad.

El texto del Evangelio de este domingo está dentro del sermón del monte y nos presenta las bienaventuranzas. ¿A qué misión estamos llamados? Lo dice muy bien San Mateo: “vosotros sois la sal de la tierra”, y ¿cuál es la misión de la sal? Morir, como la sal que tiene la misión de dar sabor disolviéndose. También estamos llamados a ser luz del mundo. La misión de la luz es iluminar, sino ilumina no vemos, por eso la misión de la Iglesia es una misión hacia el mundo, que el mundo sepa qué es la cruz de Jesucristo. Hermanos, estamos llamados a disolvernos para que el mundo tenga sentido. El concilio Vaticano II nos dice que la Iglesia es Lumen Gentium, luz de las gentes. Si no existiese esta luz y esta sal, el mundo no tendría sentido.

Ánimo, hermanos, el Señor hará la obra, confiad en Él.

Que la bendición de Dios esté con todos vosotros.

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao

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