“Brisita bolivariana”
La Plaza Bolívar y calles adyacentes al Palacio Legislativo están protegidas por destacamentos policiales, de uniforme y civil, por patrullas, motocicletas y modernas cámaras de videovigilancia.
Esas cámaras, sin duda, han registrado, con mayor precisión que las escenas transmitidas por canales de televisión, imágenes de los sujetos que agredieron cobardemente al almirante Tubino, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República.
También deben haber identificado al matón que, al día siguiente, lo interceptó cerca del Parlamento para insultarlo, al igual que antes y después hicieron con otros legisladores, incluida la señora Huilca.
Sin embargo, esos individuos no han sido detenidos y derivados al Ministerio Público, como corresponde hacerlo de acuerdo a ley.
Tampoco tenemos información sobre los matones que hace seis meses agredieron a puñetazos y puntapiés al ex Vicepresidente, Luís Alva Castro, en la entrada de la embajada del Uruguay, al mismo tiempo que gritaban improperios contra esa delegación diplomática, exigiendo que rechacen el pedido de asilo político presentado por el presidente Alan García.
Esos son hechos muy graves, antidemocráticos y lumpenescos, que recuerdan métodos de las siniestras turbas chavistas, que merodeaban el Congreso venezolano para insultar y amenazar a legisladores de oposición.
María Corina Machado, admirable lideresa, a quien parlamentarios oficialistas le rompieron el tabique en el hemiciclo, le confiscaron el cargo de diputada y enjuiciaron como terrorista, recordaba que en su país era usual que el régimen desplazara sus mercenarios- ahi los llaman “colectivos revolucionarios” - para agredir a políticos de oposición.
Lo curioso -decía- era que a pesar de estar filmados esos hechos delictivos, ningún policía detenía a los matones y ningún magistrado les abría proceso.
Acá parece que está sucediendo algo semejante, porque hasta hoy los agentes del orden no han apresado a matones filmados e identificados ni los fiscales han denunciado eso actos ilegales.
La Defensoría del Pueblo también está silente, organismos como Transparencia no dicen una palabra de protesta ni exigen garantías para los ciudadanos afectados y gran parte de los medios de prensa callan.
¿Serán los episodios que hemos comentado un reflejo de la “brisita bolivariana” a que se refirió el genocida venezolano Diosdado Cabello? El tiempo lo dirá. Pero debemos estar alerta para que esos actos de violencia no se repitan ni queden impunes.