Bukele y el silencio de la OEA
La prepotente e ilegal incursión del presidente de El Salvador en el recinto de la Asamblea Legislativa, escoltado por militares armados, debió provocar una reunión extraordinaria de la OEA, en aplicación de la Carta Interamericana Democrática.
No lo hicieron por apatía diplomática o porque la organización ha limitado sus actividades únicamente al tema de Venezuela, que si bien es el escenario de la mayor tragedia regional, donde se combina genocidio y corrupción, no es el único problema del hemisferio.
El mandatario de ascendencia palestina Nayib Bukele, es un pintoresco personaje que militó diez años en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), para después constituir su propia agrupación política -GANA- derrotando a los candidatos presidenciales de su ex partido y del movimiento de derecha ARENA, que se alternaron en el poder tres décadas, luego de una sangrienta guerra de 12 años que provocó 70 mil muertos.
No preocupa el estilo excéntrico de Bukele, que saltó a la fama por no usar corbata y utilizar Twitter para designar ministros o anunciar decisiones importantes.
Preocupa, sí, sus antecedentes de violencia. En 2017, cuando ejercía el cargo de Alcalde de la capital salvadoreña, fue expulsado del FMLN por agredir verbal y físicamente a la regidora municipal Xóchil Marchelli y más adelante resultó procesado por calumniar al ministro de Comunicaciones, Eugenio Chicas, a quien acusó irresponsablemente de violar a una menor para después casarse con ella: tuvo que pedir disculpas por esta grave ofensa y pagar 50 mil dólares de reparación civil.
Bukele, hace quince días, amenazó al Parlamento para que aprueben un crédito para adquirir equipos policiales. Construyó una tarima en la plaza de acceso a la Asamblea, exaltando a sus partidarios con frases agresivas. Luego ingresó al hemiciclo con soldados y policías con armas de fuego, usurpó el escaño del presidente, oró con la cabeza gacha y las manos juntas -dice que habla con Dios- para después retirarse y dar un ultimátum a los congresistas para que aprueben su pedido.
Estos hechos son graves, muy graves, a tal punto que la Corte Suprema de Justicia ordenó a Bukele que no vuelva a utilizar militares en funciones incompatibles con sus funciones y respetar la autonomía de los otros Poderes del Estado.
Nada asegura, sin embargo, que el pintoresco mandatario del pequeño país caribeño -21 mil km 2 de extensión, al igual que el departamento de Ica - no vuelva en cualquier momento a las andadas. Sobre todo cuando ha comprobado que la OEA es un organismo inoperante, que no atiende un problema de esa dimensión y tampoco lo hace con otros asuntos vitales como el devastador cambio climático, el armamentismo, crimen organizado, drogas o el drama migratorio que golpea a todo el hemisferio.