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“Bukelización” de la izquierda peruana: una farsa

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Fecha Publicación: 14/06/2024 - 21:40
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La izquierda peruana proclama oportunistamente la necesidad de “bukelizar” el país, una promesa hueca que busca desviar la atención de los verdaderos desafíos y necesidades. Esta maniobra intenta, de manera absurda, comparar a Antauro con Bukele con la intención de subirse a una tendencia que combina “mano dura” y una retórica anticorrupción en toda América Latina. Los aliados de esta izquierda oportunista no solo distorsionan la realidad y menosprecian la inteligencia del electorado, sino que también traicionan los principios democráticos, utilizando la táctica para ganar apoyo entre los descontentos con el sistema actual que votaron por el golpista Castillo en las últimas elecciones. Es prioridad para las próximas elecciones no dejarse engañar, algo que fue ignorado y minimizado con Pedro Castillo en 2021, lo que lo llevó hasta la segunda vuelta.
Con un discurso populista y demagógico, Antauro ha realizado promesas impracticables, cargadas de revanchismo y racismo. Ha amenazado con dar órdenes de fusilamiento a su hermano Ollanta y a otros expresidentes, crear campos de concentración para extranjeros, así como utilizar la xenofobia y la homofobia como herramientas de gestión política. Su objetivo más perjudicial sería regresar a la Constitución de 1979, eliminando el modelo económico y retornando al esquema que condujo al país a la hiperinflación, la extrema pobreza y el terrorismo. Al igual que Castillo, Antauro propone una segunda reforma agraria similar a la dictadura de Velasco, un modelo estatista que demostró el fracaso del socialismo en el Perú. Este último se inclina más hacia un sistema autoritario al estilo de Venezuela, Cuba, Rusia, Irán o Corea del Norte, muy lejos de El Salvador de Bukele.
La “bukelización” es un engaño peligrosamente seductor para quienes, por su descontento, desean cambios radicales y rápidos. Sin mirar más allá de lo superficial, estas promesas se alejan enormemente de la esencia del Modelo Bukele. El Banco Central de Reserva Salvadoreño señaló que en 2023, el país recibió 760 millones de dólares en inversión extranjera, la cifra más alta en 10 años, con un nivel de confianza que proyecta un crecimiento de 5.4% en la inversión privada para el 2024. El Salvador respeta el modelo económico establecido en su Constitución, similar al artículo 58° de nuestro texto constitucional: “La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado. Bajo este régimen, el Estado orienta el desarrollo del país, y actúa principalmente en las áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura”.
La izquierda oportunista, sin embargo, utiliza el Modelo Bukele como una falsa etiqueta de “mano dura” para tergiversar este concepto. Deliberadamente, omiten el estímulo salvadoreño a la inversión en infraestructura carcelaria, hospitales y la búsqueda por reducir la pobreza en las comunidades menos favorecidas, a través de una inversión anual de 30 millones de dólares para reducir la violencia, apoyando a los jóvenes mediante la digitalización y la formación técnico-profesional. De ser uno de los países más violentos del mundo en 2015 con más de 5,500 homicidios, El Salvador, con la aplicación de una política de mano dura contra las pandillas, se ha convertido en un referente de seguridad en América Latina.
Ante el engaño y la superficialidad de la izquierda, los peruanos debemos profundizar en las verdaderas intenciones de los candidatos y en la crítica constructiva. La “bukelización”, tal como la presentan algunos sectores de la izquierda, no es más que una farsa para capitalizar el descontento ciudadano. Lo que realmente necesitamos es un firme compromiso con nuestra democracia y un Estado que cumpla con el rol establecido en el artículo 58º mediante un trabajo arduo y honesto hacia el Perú que todos deseamos.

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