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Bullying: sociópatas con impunidad

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Fecha Publicación: 30/10/2022 - 22:30
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El bullying no debería ser tipificado sólo como un problema de las aulas. Este tipo de cacería escolar debe ser llamado por lo que es: un delito. Nuestros padres deben entender que el bullying no se combate cambiando el corte de cabello, la forma de vestir o el peso corporal de sus hijos. El bullying se combate formando y fortaleciendo el carácter de nuestros hijos. Seamos sinceros, muchos de los niños y adolescentes que abusan y cometen actos de crueldad con otros no merecen ningún respeto. Merecen la vergüenza social y que los ubiquen, para que aprendan que el abuso y cacería que realizan en contra de otros niños no es gracioso. Es un delito y no podemos ser permisivos, no más.

El lamentable caso de Luhana Carbajal, adolescente víctima de bullying en el pésimo colegio Saco Oliveros, nos demuestra dos aspectos de la educación en nuestro país. Primero, ninguna institución educativa privada, mucho menos pública, tiene la capacidad para educar y formar el desarrollo emocional y social de nuestros hijos. Estas instituciones educativas no pueden controlar a estudiantes abusadores. ¿Y así pretenden educar en el aspecto sexual a nuestros niños y adolescentes? Definitivamente, no.

Segundo: los únicos responsables de formar el carácter, personalidad y temple de los hijos, son los padres. No pretendan delegar esa responsabilidad a un tercero, mucho menos a un desconocido. Según el Ministerio de Educación, desde inicios del 2022 hasta septiembre, se han reportado 1,131 casos de bullying en todo el Perú. Es decir, se realizan entre 9 a 10 denuncias por acoso y violencia entre estudiantes cada día. Las aristas que son materia de uso para generar el bullying se inician en el aspecto físico del estudiante y terminan en el color de piel. Un peruano racista, ¡qué ironía!

Puedo decir con franqueza que jamás he sido víctima de bullying. Mi padre me enseñó desde muy niña a defenderme de los ataques, sin importar el origen de quienes lo realicen. Pero entiendo que no todos somos iguales. No todos los niños y adolescentes crecen seguros de sí mismos. Pero esa es una tarea que compete sólo a los padres: la educación integral de nuestros hijos sólo depende de los padres.

En la batalla en contra de la bravuconada escolar, la justicia tiene que hacer su parte. Tenemos a un presidente y un Congreso que pueden presentar proyectos de ley para modificar el código penal e incluir el bullying como delito, con penas privativas de la libertad. En una sociedad con niños y adolescentes abusivos y crueles, con padres permisivos y pusilánimes que no pueden controlar a los sociópatas que tienen en casa: la justicia debe advertir que ese comportamiento y abuso será castigado con cárcel, lo que será una mancha en su historial de vida.

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