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Burla

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Fecha Publicación: 15/08/2020 - 22:10
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1Una leyenda sostiene que la Reina egipcia Hachepsut, esposa del Rey Tuthmosis II, fue quien encargó la construcción del enorme obelisco que todavía yace en las canteras de Asuán porque no pudo culminarse debido a una gran resquebrajadura. Y que, por supuesto, el ingeniero responsable de producir este daño fue mandado a ejecutar sin que su muerte ni el obelisco fueran registrados en la historia oficial de tales monarcas.

Sima Quian, escriba de la corte de la dinastía Han de China, 120 años antes de Cristo, se atrevió a ejercer la defensa de un general que había perdido una importante batalla. Por ello, fue castrado y su relato desaparecido. La derrota no merecía elogios y menos divulgarse.

Las dos reminiscencias nos llevan al presidente Martín Vizcarra, empeñado como está en ocultar –ya con rasgos de enorme cinismo– el desastroso resultado de su administración frente a la pandemia del Covid-19. Y en presentarlo como una secuencia de aciertos a la que algunos desafortunados tropiezos (una población irresponsable, la angurria capitalista de diversos negocios o la mala gestión de los gobiernos subnacionales) perturba inevitablemente, obligando a retomar cuarentenas y otras medidas draconianas.

La opinión pública tuvo claro que la salida de Vicente Zeballos y Víctor Zamora del Consejo de Ministros obedecía a la tácita aceptación del fracaso de ambos en el combate inicial al coronavirus. Que sus caprichos, medianías y experimentos (bautizados por sus gonfaloneros como simples “errores-ensayo” debido a la dimensión desconocida del mal) eran castigados con sus renuncias. Que no podían seguir siendo el rostro oficialista que acarreó miles de muertos y condenó al Perú a ese primer lugar de decesos por millón de habitantes en América Latina y sexto a nivel mundial (Johns Hopkins University).

La salida de los Z (Zeballos-Zamora), en suma, no era parte de un proceso normal de refrescamiento del Ejecutivo. Era el sopapo de las víctimas, las que morían sin camas ni ventilación. La sanción al rechazo de 500 mil pruebas moleculares ofrecidas por Corea. El escupitajo a las ilusiones de las mesetas alcanzadas y próximas a descender. La purga a los disparates de regular los días de compra según el sexo o el uso obligatorio de guantes.

Sin embargo, en el reino de Vizcarra la mediocridad, el escándalo y la ineficiencia se premian. La gran mayoría de sus ex ministros, los que salieron con bulla, tienen puestos palaciegos. Y quiso devolver a Zamora al círculo de combate a la pandemia, función que el mencionado rechazó ayer.

Muy bien. Búrlese, presidente Vizcarra. Siga creyendo que su mofa y estrategia adormecedora no encontrarán jamás la horma de sus zapatos.