¿Caerá Graham?
La resolución del Tribunal Constitucional que deja sin efecto la sentencia suprema por la cual se le quitó piso al indulto concedido por el expresidente Pedro Pablo Kuczynski a Alberto Fujimori, introduce una variable de rigor mortis al profundamente enviciado clima político. No es un tema para fortalecer argumentos razonables a favor o en contra de la medida. Con cero hipocresías, concluyamos que el país encuentra el motivo perfecto para definir los bandos prestos a las batallas más sangrientas e inimaginables. ¿Alguien apuesta por la resiliencia democrática? Yo no.
Persuadido de la abundante literatura periodística y opinóloga del caso Fujimori, me ocupo más bien de uno de los tantos factores que, considero, pintará el próximo cuadro degradante del gobierno. Está referido a la situación del ministro de Economía y Finanzas, Óscar Graham, la carta del talento burocrático aplaudida en muchos círculos empresariales.
Claro, la designación de Graham en reemplazo de Pedro Francke se asumió entre los inversionistas como gota de agua de rosas circulando por la cloaca de los gabinetes nombrados por Pedro Castillo. Fue acogido con simpatía, esperanza y caridad. Se auguraba -de acuerdo a su impecable CV burocrático en el MEF- una conducta tenaz en defensa del modelo y fundamentos macroeconómicos de tres décadas que hicieron del Perú ejemplo regional en lo concerniente a índices de crecimiento, reducción de la pobreza y generación de empleo.
Sin embargo, Graham guardó prolongado silencio ante el avasallamiento de la ministra de Trabajo Betsy Chávez contra el esquema fructífero de la tercerización laboral, pese a que su despacho había objetado los términos reglamentarios socavadores de esa opción empresarial. Luego de semanas, Graham apareció en diversos medios señalando que lo dispuesto por Chávez “se podía mejorar”, evadiendo decir lo esperado: que era un disparate y un atentado a la productividad.
Señaló también al diario Gestión que se reconocía como el asesor principal del Presidente en materia económica. Justo dos semanas después que su antecesor Francke declarara a la BBC de Londres que Castillo no entendía ni quería entender el abecedario de la misma. Porque lo peor de nuestro primer mandatario no es que sea ignorante y mediocre, sino que hace todo lo posible para mantenerse en esa condición.
Ahora, en gesto mínimamente honroso, Graham se niega a dar su respaldo a la mafia de Petroperú, pese a que los ejecutivos de esta empresa estatal pretendieron engañar a la opinión pública anunciando lo contrario. Y a las conminaciones del cerronista ministro de Energía y Minas Carlos Palacios para que proceda en tal sentido.
¿Caerá Graham? Todo indica que sí aunque cabe la opción de ver al ministro sumergiéndose en una mayor devoción al cargo que ocupa por cualquier precio. Y ello debe enseñar a los empresarios que sus oraciones por tener interlocutores sensatos en la administración Castillo las escucha el diablo antes que Dios. Palabra de maestro.
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