Callejón oscuro y sin salida
En el colegio y la universidad era “normal” el “callejón oscuro” para celebrar un logro, la bienvenida o el cumpleaños de alguien. Para “aplicarlo” se formaba un pasadizo con dos hileras de muchachos, unos frente a otros, que “apanaban” a manotazos al “celebrado”, quien debía cruzarlo de principio a fin. No éramos conscientes de que había violencia en nuestra “diversión”. A veces alguno se sentía afectado y no le terminaba gustando el juego. La violencia no es un juego, y ha ganado terreno en nuestro país, poniendo en riesgo ahora el patrimonio ganado con mucho esfuerzo por miles de emprendedores que, indefensos, transitan en un callejón oscuro en el que el crimen organizado los extorsiona exigiéndoles cupos. Sanguinarios sicarios atemorizan asesinando a quienes se atrevieron a incumplir.
La delincuencia y las bandas criminales hacen de las suyas ante la indiferencia, inacción e insensibilidad de quienes les correspondería poner orden. La responsabilidad de lo que ahora vivimos recae en la permisividad de los últimos gobernantes, quienes, buscando popularidad y reconocimiento internacional, decidieron recibir en Perú, de forma indiscriminada, a más de un millón de migrantes que, en su gran mayoría, son buenas personas, pero, al no existir filtros adecuados, ingresaron también los delincuentes más ranqueados de la región.
Lamentablemente, nuestros políticos priorizan el beneficio individual sin importarles los afectados, ni lo expuestos que estamos frente a la violencia. Los congresistas de izquierda que simpatizan con la subversión ni siquiera se atreven a llamar TERRORISTAS a quienes propician el terror.
Este oscuro gobierno, que evita enfrentar con firmeza y mano dura la inseguridad ciudadana, parece no entender que este es el principal problema que paraliza el país, afectando principalmente a los emprendedores que, en su conjunto, dan empleo a la mayor parte de la población económicamente activa. Estos, al verse amenazados y extorsionados, no invierten, disminuyen la producción, sus ventas bajan y, al perder confianza, dejan de generar empleo; algunos hasta deciden cerrar sus negocios.
En este callejón oscuro, miles de jóvenes emigran al no tener oportunidades en un país sitiado por la violencia. Cada día se escuchan más fuerte los gritos de auxilio de quienes, en la penumbra, frustrados, ya no resisten las amenazas que reciben de uno y otro lado. Ante el incremento del temor, aturdidos, desorientados y desprotegidos, no ven la luz para encontrar el camino de salida.
Los paros y marchas son más frecuentes. La violencia ha distorsionado todo. Ahora un empresario está más enfocado en sobrevivir que en producir y vender. Hoy marchan los empresarios informales afectados, junto a los formales desesperados, reclamándole a un gobierno incapaz que tome acciones para enfrentar la inseguridad ciudadana en un momento en que las medidas anunciadas para combatirla han fracasado.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.