ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Callejón oscuro

Fecha Publicación: 18/08/2019 - 01:34
Escucha esta nota

Lo que nos dejó la semana política inmediatamente después al fiasco de Tía María y la publicidad de la vergonzosa capitulación de Martín Vizcarra ante el gobernador de Arequipa, es una puerta abierta hacia el anarquismo y la radicalización de los actores políticos, sin viso alguno de retorno al centro de la mínima convergencia.

El caos se ha expresado en el agravamiento de las acciones violentas a lo largo del corredor minero Cusco-Apurímac-Arequipa, el bloqueo de la carretera a Moquegua en el tramo del puente Tumilaca (en los extremos del mismo se ha soldado una vara de metal para impedir la circulación de los vehículos), y el incendio de las instalaciones de la empresa china CNPC en Talara, Piura. La lógica de la reciente historia peruana indica que habrá otros brotes vandálicos los próximos días ante la pasividad del Gobierno y la renuncia expresa a su rol tuitivo de la seguridad interna. El extremismo político, por su parte, ha tenido mayores manifestaciones. La desesperación de Vizcarra –al ser puesto en evidencia como un gobernante sibilino y pusilánime– lo lleva a ejecutar giros retóricos donde las frases preconcebidas de “yo respondo al pueblo” o “no haré decaer la lucha contra la corrupción” abundan más que nunca. En la oposición, el plenario del Partido Aprista le dio la razón a Mauricio Mulder y acordó respaldar la solicitud de vacancia presidencial.

El fujimorismo, como se sabe, ha mostrado los dientes colocando a sus representantes más conservadores como voceros y titulares de comisiones sensibles del Congreso (la ratificación de Rosa María Bartra en Constitución no la inscribo bajo ese enfoque. Históricamente, ese grupo de trabajo ordinario ha tenido poca rotación en la presidencia y siempre estuvo en manos de la mayoría parlamentaria).

Además, ante la falta de una siquiera respetable bancada legislativa que juego el rol de debate y contención política a la línea opositora (sumado el revés de la renuncia de tres parlamentarios, todos exministros y una de ellas, Mercedes Aráoz, nada menos que vicepresidenta de la República), ha entrado a la escena del pechaje el premier Salvador del Solar, quien enfrenta sin límite a sus críticos y opina con acidez sobre las decisiones ajenas. Los ministros deben hablar por sus obras, no por sus ideas sobre las conductas de otros. Por algo son Poder Ejecutivo.

El cuadro es muy malo. Todos están enceguecidos por el encono, el egoísmo, las ganas de destruir más que de construir. No hay luz al final del túnel. Ingresamos a un callejón oscuro de pronóstico reservado y sin razones para ser optimista.