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Fecha Publicación: 18/02/2022 - 22:20
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A mitad de esta semana la tempestad entre el gobierno y el parlamento parece haber bajado en intensidad y la calma, entre sus integrantes, haberlos obligado a prodigarse recíprocas disculpas, en nombre de la institucionalidad, palabreja muy de moda en el lenguaje político de los novatos en la materia. Hasta el fin de semana los ánimos entre unos y otros se habían encendido, al extremo de endilgarse acusaciones carentes del menor sustento constitucional, con el solo propósito de buscar la descalificación ante los ojos de la ciudadanía.

El presidente Pedro del Castillo, su premier, Aníbal Torres, el líder de Perú Posible, Vladimir Cerrón y muchos de sus congresistas, acusaron a las bancadas de oposición en el congreso de la República de “golpistas”, “conspiradores” de estar buscando, por cualquier medio, la vacancia o la acusación constitucional contra el mandatario para sacarlo de palacio de gobierno, sólo por haber asistido a un evento organizado por una Fundación alemana, en uno de los ambientes de un hotel muy conocido en Miraflores. A la reunión asistió la presidenta del congreso, Maricarmen Alva y los voceros de las bancadas de oposición.

Este hecho encendió los ánimos y los del gobierno pasaron a la ofensiva. El presidente del Consejo de ministros, Aníbal Torres, aseguró que esa reunión ponía en evidencia el carácter conspirador y golpista de algunos líderes del parlamento. Dijo, que, desde el principio de este gobierno, existe un plan secreto para generar un golpe de Estado mediante la vacancia, la acusación constitucional o la renuncia presidencial. A ello se sumaron los integrantes de la bancada de Perú Libre, quienes anunciaron que plantearían una acusación constitucional contra los asistentes al evento, empezando por la presidente del congreso. Así las cosas, los entredichos entre oficialistas y oposición, fueron subiendo de tono y de intensidad.

La crisis política en su máxima crispación, originada, en mucho, por los desaciertos del gobierno, empezando por su deficiente conformación del gabinete Torres, cuestionado, desde un primer momento. En estas circunstancias, apareció la presidenta del congreso, Maricarmen Alva, acompañada de la mayoría de los voceros de las bancadas del parlamento, incluyendo al gobiernista Perú Libre, para extender los brazos del entendimiento al gobierno, contrariamente a lo que se suponía sería una respuesta dura y categórica de rechazo a las acusaciones vertidas contra ese poder del estado.

“Queremos decirle al ministro Torres que aquí estamos, que queremos seguir reuniéndonos para definir acciones de consenso. Seamos respetuosos con el otro y démosle un respiro al Perú”, dijo, para, seguidamente, anunciar que el congreso recibiría al gabinete el martes ocho de marzo.

A su vez, el presidente del Consejo de ministros pidió disculpas por las palabras altisonantes y acusatorias proferidas por él en días anteriores y prometió que se embarcaría por el sendero del diálogo y la búsqueda de consensos con los grupos políticos representados en el congreso y desde el jueves inició su ronda de entrevistas con los voceros de las bancadas parlamentarias en busca de ese entendimiento que le permitiría alcanzar el ansiado voto de confianza, luego de su presentación en el parlamento, por mandato constitucional. El diálogo se constituía, de esta manera, en esa especie de piedra filosofal que les permita a todos llegar a la razón.

El diálogo es el instrumento más eficaz para enfrentar, con acierto, las tensiones que puedan surgir en la convivencia humana y en política, es el mecanismo que permite encontrar las soluciones que conduzcan a superar, precisamente, los problemas. Es tan importante ello, que ningún político debe ignorar si aspira a vivir en democracia.

Todo régimen democrático basa su existencia y le da contenido para crecer, en los valores como el diálogo, la tolerancia y el respeto por las ideas del otro y en su derecho a expresarlas con libertad. Es lo que nos diferencia de las dictaduras. Y en política se expresa en el respeto al equilibrio de poderes y en el reconocimiento de consensos, disensos y acuerdos para llegar al entendimiento. Ojalá que esta tregua sea real y quede demostrado en los hechos, puesto que, de esa manera, el único beneficiado sería el pueblo que todos dicen representar, y no sea un instrumento solo para obtener el voto de confianza. La ciudadanía estará atenta.

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