Cambio para peor
No es sorpresa que habría movidas en el Gabinete Adrianzén, pero lo que al final ha ocurrido es “más peor” y pone en entredicho la dirección de la gestión del Gobierno y, por ende, el rumbo del país.
Hasta ahora, una de las manidas defensas en favor de la permanencia de la mediocre sucesora presidencial es que ella, a pesar de todo, era menos mala que el nefasto y golpista Castillo. Si bien su mandato no se sostiene por el respaldo popular y ciudadano, sino gracias al pacto de intereses subalternos y de mutua supervivencia con la variopinta mayoría sentada en el Congreso, lo cierto es que a falta de una mejor opción política, pues que el Perú siga así flotando –salvo mejor destino– hasta el 2026.
Sin embargo, el cambio ministerial que defenestra al mejor canciller que tenía el régimen y, además, en otra cartera coloca a un ministro con dudoso pasado, entraña –por los indicios– no solo un marcado giro en la conducción de la política exterior –concretamente, en el caso de Venezuela– sino que evidenciaría la dependencia de doña Dina y del Ejecutivo con las oscuras consignas castro-chavistas del súper prófugo Cerrón.
Hasta la renovación parcial del Gabinete, la postura pública del Perú, a través del ministro de Relaciones Exteriores de entonces y nunca desmentida, era la de desconocer la fraudulenta reelección del dictador Maduro y de reconocer al candidato de la oposición democrática en condición de presidente electo. Hoy, palabras más o menos, la voltereta oficial va desde que la solución a la tragedia político-narcoterrorista que sufre la patria de Bolívar compete a los venezolanos hasta que el Perú no será parte de un fraude electoral y rechaza toda dictadura, pero aparte de este floro verbal, no queda claro cuál será la ruta y el compromiso que abanderará Torre Tagle.
Se especula mucho sobre las causas de esta remoción ministerial, pero para quien escribe, la razón principal apunta claramente a revirar la firme postura diplomática inicial, porque lo que le conviene al castro-chavismo liderado aquí por el reo Cerrón es la continuidad de la dictadura en Venezuela. La permanencia del impresentable Maduro ayuda a sostener la más que cincuentenaria oprobiosa dictadura en Cuba, y el escurridizo o “protegido” Cerrón, como Pedro en su casa, presiona a la señora de Palacio con todo lo que sabe y silencia por el momento.
Quisiéramos equivocarnos, sobre todo porque la suerte venezolana importa y demasiado para la marcha y seguridad de nuestra nación. Empero, visto lo visto, habrá que estar muy atentos porque mientras doña Dina calla cuanto puede y el prófugo Cerrón maniobra a su antojo por calles y plazas, Dios sabe qué pasará en los próximos meses. ¡Amén!
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