Camino al Infierno
(Columna escrita antes del anuncio de recomposición del gabinete)
Después de la bochornosa presentación en CNN, que desnudó sus peligrosas limitaciones, el presidente Castillo ha nombrado un tercer Consejo de Ministros, cuya composición humilla a todos los peruanos. No solo porque se trata de un gabinete constituido por personas sin preparación –salvo una o dos excepciones– sino por los antecedentes de varios de ellos, comenzando con el Premier, un saltimbanqui político que ha pasado por cuatro agrupaciones partidarias –APRA, UPP, Frente Amplio para el Desarrollo y Perú Nación– y que en su breve tránsito por el legislativo se ha desplazado por tres bancadas, desde la conservadora Renovación Popular de Rafael López Aliaga –donde ganó una curul– hasta el Grupo Perú Democrático, del radical izquierdista Guillermo Bermejo.
Valer, además, ha dejado en evidencia que el propósito de Castillo es utilizarlo para provocar un terremoto político si el Legislativo niega el voto de confianza al Gabinete. Si sucede, ha dicho sin inmutarse, “habrán perdido la primera bala de plata” y el presidente utilizará la “bala de oro, que es la disolución del Congreso”.
Recurrir a esa práctica extorsiva dice mucho de quienes nos gobiernan y dispara la crisis política a la dimensión desconocida. Por lo pronto, las bancadas de AP, Avanza País, Partido Morado, Alianza para el Progreso, Fuerza Popular y Renovación adelantaron que votarán en contra. En la misma línea debe hacerlo Perú Libre, considerando que su jefe, Vladimir Cerrón, califica al gabinete de “óbito fetal”, agregando que “el presidente ha errado con creces en su designación, es decir, el proceso de enseñanza-aprendizaje al que se ha sometido es penosamente improductivo”
Esta situación encuentra a Castillo débil, en su punto más bajo de popularidad. Las últimas encuestas reflejan que su aprobación es escasamente 28% y la desaprobación alcanza 70%. Más aún, el último registro de APOYO indica que el 85% de los entrevistados perciben que la corrupción sigue igual o se ha incrementado; 78% piensa que el presidente sí conocía a los visitantes de la casa de Breña; 79% cree que Vladimir Cerrón interviene en sus decisiones y 84% rechaza su propuesta de consultar al pueblo para que Bolivia acceda al mar.
En esta hora dramática, hora de confusión y desconcierto, el país espera que la representación nacional actúe concertadamente, repudiando no solo al consejo de ministros, sino los términos extorsivos empleados por el Premier para presionar el voto de confianza. Abordar este tema en un pleno sería la respuesta, así como publicar un comunicado rechazando la bravuconada desestabilizadora. Y, desde luego, bien harían los parlamentarios demócratas en retirarse del hemiciclo apenas haga su ingreso Valer y sus ministros.
Ahora no tenemos la menor duda que detrás de este plan maquiavélico, oculto en un sombrero chotano, se encuentra el presidente Castillo, misteriosos asesores y partidarios que impulsan el conflicto para convocar una Asamblea Constituyente, siguiendo el libreto de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Mientras se desarrolla la crisis, el país pierde rumbo, fuerza, vigor. Las inversiones se reducen. Varios proyectos mineros están paralizados por el bloqueo de carreteras y la violencia de las turbas. Miles de escuelas y postas médicas se encuentran destruidas, sin equipos médicos, al extremo que un reporte del Ministerio de Salud indica que el 97.65 % no funcionan en condiciones óptimas y, en ese contexto, la inseguridad ciudadana estalla a niveles alarmantes en todo el país.
Caminamos, pues, rumbo al infierno, producto de la destrucción de partidos políticos y del grave deterioro de las instituciones que forman parte del estado constitucional de derecho. Solo la prensa libre, la resistencia cívica, la unidad de los demócratas, impedirán que suceda esta desgracia de dimensiones insospechadas.
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