Canción de cuna, de Mozart
Una bella melodía de Navidad detuvo mi caminar, como pidiendo permiso o auxilio. Era de Mozart, quien con su magia creó un entorno ideal para estos días: “Schlafe, mein prinzchen, schlaf ein”, una hermosa canción de cuna que nos interpela y nos vuelve a hacer pensar un poquito más como humanos, y suena para recordarnos que estos días, a pesar de ser días aciagos, a pesar de ser días en los cuales casi nadie piensa en los niños, días en los que la mayoría de nosotros solo pensamos en nosotros mismos, son días de profunda reflexión sobre nuestra propia existencia.
“Wiegenlied” o canción de cuna, del austriaco Wolfgang Amadeus Mozart, es una pieza profundamente emocional que en el acto capta el oído y genera un estado de elevada sensibilidad, ideal para hacernos formar parte del ambiente navideño. Mozart fue un niño prodigio y luego un genio que hizo de la música una sinfonía de vida, con una vastísima obra, como óperas, serenatas, sinfonías, conciertos para orquesta, sonatas, entre otros géneros musicales. Fue uno de esos seres extraordinarios, seres tocados por la divinidad para llenarlo de tremendo talento Y así entregarnos, en piezas musicales sencillas, un bálsamo de infinita emoción.
Estos días de Navidad me traen recuerdos de mamá quien nos cantaba nuestros huainos, nuestros carnavales o cuanto villancico se entonaba en Navidad, pero una que en especial recuerdo es una canción de cuna, porque para ella sus hijos siempre fuimos los eternos niños a los que siempre protegió. De la canción de cuna me enamoré allá en mi lejano pueblito de Lucanas, cuando mamá, camino a nuestras chacras, la tarareaba como quien agradece a la vida. Mamá solía tararearla en días de Navidad. Lo hacía tan seguido, tanto que esta sublime pieza musical de Mozart se hizo parte de mi vida. Ella entendía que la Navidad se extendía por un largo periodo y hacía todo lo posible para que siempre fuera tiempo de Navidad a pesar de la dura vida que nos tocaba pasar. Mamá se fue hacia los campos celestiales, pero quedan en mi intactos esos días llenos de vida.
No permitamos que se sustituyan o ya no se escuchen las piezas musicales con magia, esas que nos liberan y nos hacen soñar, no permitamos que todo sea irreal, no permitamos que la música muera sobre árboles ficticios con falsas luces, porque eso es de otro reino. La Navidad jamás debe ser sometida por ese reino donde está ausente el Niño Jesús.
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