“Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados”
Queridos hermanos
Hoy es la festividad de la Sagrada Familia. Navidad es la fiesta de la familia, por eso buscamos el encuentro con nuestras familias, que es el centro la columna vertebral de la sociedad, Dios se ha hecho familia. Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros. Muy importante esta relación con el padre y con la madre que no todos la tienen. “Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado. Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor. Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza. Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él, y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor. Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados”. Hermanos, la residencia de ancianos no es una chatarrería de trastos usados, sino que, al revés, el seno de la familia es el mejor sanatorio donde se cuida a estos ancianos, nuestro comportamiento con los ancianos es nuestro comportamiento con Dios. Por eso respondemos con el salmo 127: Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos, comerán del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.
La segunda Palabra es de San Pablo a los Colosenses, dice: “revestidos de compasión entrañable”, es decir, compasión con los que se equivocan, con mansedumbre, con paciencia. Habéis sido convocados en un solo cuerpo, en una sola familia, eso es la Iglesia, esa es la familia, la palabra de Cristo habita entre vosotros. Por eso en la Navidad se canta, se baila, se está contento, porque Dios habita en medio de nosotros. Termina diciendo: “Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos”. Eso no significa ser esclava, significa buscar la comunión como conviene, en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
El Evangelio es de San Lucas. Unámonos a Simeón con las siguientes palabras: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”. Tanto ama Dios al hombre que se ha hecho carne, se ha hecho hombre. Hoy hermanos lo que nos falta es luz: ¿a dónde vamos? ¿qué sentido tiene la humanidad? Nosotros, como el pueblo judío, aguardamos la liberación de Israel, nuestra liberación de todo aquello que nos oprime, de la fuerza del pecado. Jesús será signo de contradicción, contra el demonio, contra la soberbia, contra lo que nos domina. Dice el Evangelio: “El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría”. Por eso, hermanos, que Jesús crezca en tu corazón. ¿Cómo crece? Acude a la Iglesia y serás feliz.
Que la Fiesta la Sagrada Familia renueve tu familia, acude a Dios. Que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y sobre tantas familias que están viviendo que lo buscan.
Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao
