Cartas de amor

“¡Tendría mucho que decirte, pero qué inútiles son las palabras! Luego te escribiré más largo porque he venido al correo, y en medio del torbellino de gente que pasa a mi lado solo tengo tiempo para darte el beso que te mereces, valiente mujercita mía, el beso más largo, más dulce, el que se quede en tu boca para toda la vida” Escribió en París Pablo Neruda. Qué decir ante esta sublime belleza y elevación del amor a su máxima expresión. Así son todas las cartas de amor, las que se escribieron, las que se están escribiendo, las que se escribirán y las que dejaron de escribirse. Cada uno sabe la realidad de cada palabra y ellas llevan el entero sentimiento al ser amado y elevan el amor a una dimensión que trasciende lo humano.

“Cartas de amor” de María Luisa Zevallos es un libro estremecedor. Es la revelación de los secretos guardados por años y que de pronto la autora decide compartirlos con sus lectores. El libro es cautivador de principio a fin y nos convierte en cómplices de una maravillosa relación amorosa y de vida que inició con su amado Juan. Se trata de Juan Incháustegui Vargas, un cusqueño muy querido, quien inicia una sostenida ruta en pos de su amada escribiendo innumerables cartas que la autora decide compartir en este libro. Juan, como buen ingeniero, hace gala en sus cartas y pone en práctica la precisión de las matemáticas para resolver las ecuaciones más complicadas del amor. Con lujo de detalles aborda las innumerables variables elevándolas a una potencia sensible para que al final de cuentas estas sean solo transiciones necesarias en el incansable y difícil camino que transitan quienes alguna vez descifraron los complejos latidos del corazón y los resumieron en una carta.

Pocas veces un libro nos conmueve tanto y somos testigos de parte, en este caso como lectores, del itinerario que recorre una pareja haciéndonos partícipes de los secretos que condujeron a una relación envidiable. Esta historia y otras similares son una invitación a encontrar el camino personal, es una llamada a escribir sus propias cartas, es un manifiesto para que quien lee el libro encuentre su ángulo de vivencia y se interne en él. Al final, por más similares que sean las historias, las cartas de amor conservan su huella digital y son únicas y sirven como testimonio de que el amor por donde se le vea, en cada caso particular, es único e irrepetible.

Por eso está absolutamente prohibido tirar o hacer añicos las cartas de amor. ¡Consérvenlas! Porque las sensaciones, emociones y expresiones que viajan en una carta trascienden las palabras, el tiempo y a las mismas personas.

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