“¡Casa, llegué a cariño!”, en el Teatro Británico
La comedia “¡Casa, llegué a cariño!”, de Laura Wade, dirigida por la genial Patricia Biffi, que cuenta con la traducción de Gonzalo Rodríguez Risco, es una obra que representa muy bien la cotidianeidad de una pareja, al punto que más de uno se sentirá identificado con las escenas de humor, ternura y tensión que existen en toda convivencia diaria. La protagonista es Judy (interpretada de manera magistral por la siempre deslumbrante Karina Jordán), una mujer de 38 años, quien odia el ambiente espantoso que impera en su oficina, a pesar de ganar muy bien. Como su esposo Johnny (caracterizado por Sebastián Rubio, que realiza una performance fenomenal) gana lo suficiente para ambos, Judy desea renunciar a su empleo y quedarse en casa para llevar una vida tranquila, rodeándose para ello con todo tipo de vestidos, accesorios, utensilios, muebles y artefactos provenientes de los años cincuenta, una época dorada en el mundo, debido al lujo y esplendor visual y también a la estabilidad social. Esta especie de cajita de ensueño en la que se encierra funciona muy bien al inicio, pero luego surgen algunos contratiempos y desavenencias que marcan su vida en común con Johnny.
La química actoral que existe entre Karina Jordán y Sebastián Rubio es perfecta, forman una dupla ideal en escena, pues se complementan de forma maravillosa. Laura Wade parece querer decirnos que la vida en pareja se vuelve difícil si es que no se habla con sinceridad de lo que nos incomoda, sabiendo que eso mismo no va a cambiar del todo, pero negociando para atenuar al menos en parte nuestras imperfecciones. Sin embargo, si se trata de un amor fuerte y sincero, eso bastará para sobrellevar con paciencia cualquier adversidad. Las escenas donde ambos se sientan a conversar para decidir si continúan juntos o no son electrizantes.
Se enfoca la vida matrimonial de Judy desde el punto de vista del feminismo, el cual alega que ser ama de casa desperdicia las capacidades intelectuales de una mujer, lo que dista de ser cierto, pues no existe un trabajo más agotador, en lo intelectual y en lo físico, que el doméstico. También se postula que a partir de los sesenta hubo una liberación de las mujeres, gracias a la lucha a favor del aborto pero no se puede concebir como una liberación la partida de un inocente.
Judy quiere ser la esposa ideal que mantiene todo limpio y brillando (su hogar parece una casita de muñecas) cocinando los platillos y pasteles más deliciosos y manteniendo una apariencia llamativa en su modo de vestir, pero su esposo le confiesa que esa perfección ha llegado a cansarlo y que él solo quiere tirarse todo un domingo con ella en la cama para ver películas o comer pizza.
A lo largo de la obra y en los entretiempos, se escucha música de grupos de rock and roll, rhythm and blues, y solistas de los años cincuenta y sesenta que hará las delicias del público.
Si desean pasar dos horas estupendas, solo deben acudir al Teatro Británico (jr. Bellavista 527, Miraflores) la obra va hasta el 1 de diciembre, de jueves a sábados a las 8 p. m. y domingos a las 7 p. m. Entradas en Joinnus y en la boletería del teatro.
Por Evelyn García Tirado
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.