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Caso Frigoinca: “El ladrón, agarren al ladrón”

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Fecha Publicación: 11/01/2025 - 22:40
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La típica del culpable que busca desviar las miradas hacia este, para trasladarlas a otros, a la voz de: “El ladrón, agarren al ladrón”, es lo que, en mi opinión, está pasando en cierta prensa respecto al manejo de información del sonado caso de corrupción de conservas “Don Simón”, distribuidas para el otrora programa de alimentación Qali Warma, de los colegios estatales. Así las cosas, del shock de conocerse de eventuales conservas en pésima calidad, donde, inclusive, un lote fuera dado en donación al refugio de perros “Entre Patas” para su alimentación, con la advertencia de no ser de consumo humano; de especularse que determinadas conservas contenían carne de caballo, lo que ya está en proceso de verificación por peritos especializados; de una red de corrupción que involucraría a funcionarios de Qali Warma, del MIDIS, de la DIRESA, de la misma Frigoinca, dueña de la marca “Don Simón”, con sobornos de dinero de por medio, según dan cuenta chats de WhatsApp del celular de una extrabajadora de la cuestionada empresa y que ha reconocido salieron de su equipo; y del aparente cambiazo de latas de conservas al estallido de casos de intoxicación de estudiantes de colegios públicos, a fin de evadir controles de calidad a cargo de la DIRESA; así mismo, de la pretensión de entorpecer la etapa investigatoria buscando persuadir a una testigo a fin de que le revele en la interna los nombres de los servidores públicos involucrados en este escándalo, a cambio de ofertas de trabajo, presumiblemente a condición de su silencio, para luego el emisario ser recibido en varios ministerios, y del cual hay un audio en poder del Ministerio Público. Por último, la cruenta muerte de Nilo Burga, gerente de Frigoinca, en un hotel de Magdalena, cuyo cuerpo presentaba heridas por arma blanca en abdomen, pecho y nuca, manejando la policía la hipótesis del suicidio, lo que para muchos es difícil de aceptar, dado que, por lo general, un suicida no prolonga su agonía ni dolor y no se martiriza por partes y cucharadas, como lo muestra el cuerpo de Burga, además de lo ordenado de la escena del crimen de alguien que se ahogaba en sangre; para nuestros detectives, la prueba concluyente del suicidio es que la puerta de la habitación de Burga no fue violentada y de que no recibió visitas las horas previas a su muerte. ¡Por favor! Como si una puerta no se pudiera abrir sin forzar su cerradura o la propia víctima dejara entrar a su victimario o victimarios al conocerles, y que bien pudieron ingresar al hotel sin registrarse. No hablamos, pues, de hospedajes con personal de seguridad a dedicación o uno de cinco estrellas. La muerte de Nilo Burga es la piedra angular de todo este entramado de sangre y corrupción, por lo cual, es preciso invocar a la prensa a no dejarse distraer al grito de “¡Al ladrón!”, por el contenido de unas cartas no redactadas del puño escribiente del extinto Burga, que buscaría hacer pasar el caso como un tema de sabotaje entre empresas competidoras del ramo y no de direccionamiento de compras públicas, sobornos, alimentos de pésima calidad, con muerte e intoxicados de por medio, todo en agravio del Estado. Este caso pone a prueba nuestro sistema de justicia.

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