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Casos de éxito

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Fecha Publicación: 02/08/2024 - 22:00
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El retorno a casa solía hacerlo de pie, cerca de la puerta trasera del ómnibus. Tenía poco margen de maniobra para leer o echar una pestaña. Esta vez, no solamente las estrellas centelleaban con ritmo, sino que pude estar sentado hasta llegar a mi destino. En el asiento anterior viajaba un joven que rondaría los 20 años y, a su costado, un adulto mayor que parecía ser su abuelo.
Como el tramo por recorrer era largo, me adormilé, pero una trépida frenada me reconectó con la dinámica del ómnibus. De pronto, sin proponérmelo, me convertí en testigo de un enjundioso diálogo, que intento transcribir con lealtad.
“Abuelo, ¿qué carrera elegiste al egresar del colegio?”
“El derecho me atrapó desde la secundaria. Ingresé pronto a la universidad, pero tuve que abandonarla.”
“¿Qué ocurrió?”
“Mi padre era dueño de un próspero negocio ferretero. Yo era el mayor de cuatro hermanos y, en el último mes de mi segundo año de carrera, mi padre falleció en un accidente automovilístico. Así que, a partir del primer día útil del siguiente año, con mis casi 21 años, tomé las riendas de la empresa familiar.”
El anciano hizo silencio, lo suficiente como para reorganizar sus emociones y dar oportunidad a que su nieto formule preguntas. Con más frialdad que calidez, señaló:
“Al margen de la mala suerte por el deceso de tu padre, ¿sientes que has fracasado en tu vida profesional?”
“¿Por qué debería tener esa sensación?”
“Porque no terminaste tu carrera y te dedicaste a algo lejano del derecho.”
“¿Qué va? Los jóvenes de tu generación anhelan trabajar en lo que han estudiado. Sin embargo, no siempre se da esa coincidencia. No te oculto que, al principio, la pasé mal; no contaba con los conocimientos ni el arte propios del negocio. El tiempo y la perseverancia me llevaron a adquirirlos; además, descubrí otras habilidades y talentos desconocidos por mí. Lo cierto es que ambos, la empresa y yo, crecimos juntos. Hoy somos una cadena de ferreterías distribuidas en varias regiones del país.”
“Tu caso de éxito no es frecuente”, apostilló el joven. El abuelo carraspeó y prosiguió:
“Mi historia sería de éxito por dos razones. Primero, porque tuve el coraje de pechar con la responsabilidad de sacar adelante a mi madre y hermanos. Segundo, aprendí que la trascendencia de una profesión no depende de la actividad que se desempeñe, sino del prestigio de quien la realiza. Me reafirmo en que los estudios superiores tienen particular relevancia, pero no olvides que quien los relaciona, sintetiza, porta y aplica es un titular. La diferencia la acentúa la persona con su creatividad, modo de ser y calidad humana. En la universidad se tiene que estudiar y mucho. Alimenta tu inteligencia sin olvidar que no solo eres cabeza; tienes voluntad y afectos. Aplícate a tu crecimiento personal y, si la vida te lleva por caminos ajenos a la profesión elegida, sabrás responder con entereza y eficiencia. Un caso de éxito se mide trabajando con gusto, con ilusión y espíritu de servicio.”

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