Castillo, camino al chavismo
Pedro Castillo ha sido transparente al exponer su programa de gobierno. No se ha enmascarado, no se ha maquillado, como generalmente hacen los candidatos de izquierda, que ocultan sus verdaderos objetivos políticos para no atemorizar al electorado y obtener cobertura en medios de comunicación.
Esa estrategia fue desplegada en 1999 por Hugo Chávez, quien aseguró que no expropiaría ninguna empresa, que alentaría las inversiones, especialmente de corporaciones extranjeras, comprometiéndose a no reelegirse y respetar la independencia de los Poderes del Estado, las libertades públicas y, especialmente, los derechos humanos.
En el poder, Chávez sacó las garras. Se declaró marxista y discípulo de Fidel Castro. Expropió 1359 empresas, de las cuales 90% están en bancarrota; sometió al Poder Judicial, al Ministerio Público y al Congreso; utilizó bandas de delincuentes paramilitares para atacar a la oposición; miles de personas fueron asesinadas, torturadas o encarceladas según informes de Naciones Unidas, OEA y el Parlamento Europeo, en circunstancias que el país llanero se encuentra en un sofocante nivel de miseria que ha provocado el dramático éxodo de siete millones de personas, de los cuales un millón doscientos mil se encuentran en el Perú.
¿Cómo lo hizo?. Muy simple. Convocó a una Asamblea Constituyente para mantenerse en el poder mediante sucesivas reelecciones. Recordemos que Chávez fue elegido al amparo de la Carta de 1961 y, en consecuencia, su gobierno debió durar cinco años, del 2 de febrero de 1999 al 2 de febrero del 2004, debiendo esperar diez años para volver a postular. Sin embargo, con la reforma constitucional, se mantuvo en al presidencia hasta su muerte, en febrero del 2013, un total de catorce años. Lo heredó su vicepresidente Nicolas Maduro, quien lleva ocho años en la jefatura del Estado y está habilitado para gobernar hasta el 2025. En suma, el chavismo tendrá 25 años gobernando, por ahora.
Pedro Castillo ha sido honesto al no camuflarse como Chávez. Se ha proclamado marxista. No lo oculta ni teme decirlo. En su plan de gobierno propone estatizar las empresas de teléfonia, electricidad, puertos, aeropuertos, vías terrestres, yacimientos gasiferos, petroleros y mineros. Aspira a eliminar los tratados de libre comercio que hemos suscrito con 61 Estados, revisar nuestra participación en la Alianza del Pacifico, en la Asociación Transpacífico y, sin duda, en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico. ¿Con qué propósito.? Con el propósito de integrar al Peru al eje Bolivia-Venezuela-Nicaragua-Cuba, a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), organismo creado por Chávez y Lula, que solo existe en el papel o al diezmado UNASUR. Y, ¿cómo hacerlo? ¿cómo enrumbar al Perú hacia el estatismo? Muy simple: siguiendo la ruta de su mentor, Hugo Chávez. Por ello ha planteado convocar a una Asamblea Constituyente que permita estatizar y controlar los poderes del Estado. Castillo, que no oculta que sus referentes ideológicos son Lenin, Fidel Castro, Hugo Chávez, Maduro, Evo Morales, Lula y la Kirchner, ha jugado sus cartas políticas Por tanto, conocemos cuáles son sus cartas políticas, que con seguridad respaldarán los sectores comunistas o de izquierda radical. Para hacerles frente solo tenemos el camino de la unidad de los partidos y de los ciudadanos que creemos en la democracia con justicia social. En ese espacio no quepan quienes priorizan sus odios o frustraciones psicopáticas, sus patéticas mezquindades, algunos de los cuales ya están haciendo campaña por el voto en blanco o viciado. En suma, el Perú democrático no sólo debe votar contra el chavismo sino movilizar todas sus fuerzas a través de un Pacto del Bicentenario, que nos enrumbe a un destino superior.