Castillo camino a ser dictador
El presidente de la República -sindicado por el Ministerio Público como posible cabecilla de una organización criminal-; el avinagrado presidente del Consejo de Ministros; varios ministros; los congresistas vendidos al Ejecutivo; los caradura incorporados a los cargos de confianza en ministerios y principales reparticiones del Estado; y aquellos militares y policías ascendidos por orden del mandatario Castillo -hoy destacados a estratégicos puestos en ambos organismos- forman parte de la mafia que, en casi todos sus aspectos, gobierna nuestro país, al margen de la Constitución y la ley. ¿Qué más podría exigir Pedro Castillo? ¡Muy fácil! Que a todo aquel que se oponga a su dictadura disfrazada de democracia chavista, se le aplique rigurosamente la muerte civil. Es decir, el sueño dorado de todo déspota. Y a esto camina el régimen bolchevique de aquel “profesor” -graduado gracias a una tesis plagiada (validada ilegítimamente por su amiguito César Acuña Perales)- experto en destruir y empobrecer sociedades, y neófito en construir países democráticos y prósperos. Castillo se burla de los peruanos mañana, tarde, noche arruinando todo aquello que encuentre delante suyo. ¡Con eso exhibe que no le importa la vida y salud del ciudadano! Su excusa es “la oposición no me permite gobernar.”
Ante ese pretexto, mes a mes, día a día hace y deshace responsabilizando de todo aquello al Congreso. ¡Y cómo no, a la prensa opositora! Se ha rodeado del periodismo escoria para inventar lo que sus asesores bautizaran como “prensa alternativa”. Esto es, el antiperiodismo conformado por una partida de zánganos a quienes ustedes, amables lectores, remuneran con sus impuestos para que “generen noticias” que beneficien a Castillo, incapaz de gestionar el país como demanda la mayoría ciudadana. Castillo está decidido a permanecer robando, desinformando y perjudiciando al público, para aprovechar de sus necesidades y embutirle bonos como boletos de circo. ¡Al estilo Cuba y Venezuela! Su meta es convertirnos en espejo de ambos países, hoy paupérrimos, adonde su gente vive privada de sus derechos mendigándole pan al gobernante. Allá no existe propiedad privada ni libertad para informarse pluralmente y así sacar conclusiones. Castillo, amable lector, se propone acabar con todas las libertades individuales.
Aprovecha bien su carita de mosca muerta y antepone su condición de pobre y oriundo de los Andes, para azuzar a la población enfrentándola contra quienes “se oponen” a su régimen marxista. Les imputa como “explotadores y grandes enemigos de los cholos, de los pobres, de los campesinos, etc.” El mismísimo discurso de Velasco Alvarado adecuado a los tiempos actuales. Velasco, como se recuerda, confiscó la prensa en general (diarios, revistas, estaciones de TV, de radio, etc.) y, utilizando los propios nombres y logotipos propiedad de sus dueños, los puso al servicio del régimen dictatorial para que informen según la consigna emanada desde palacio de gobierno. Esto mismo pretende hacer hoy Castillo. Pero fracasará, como fracasó Velasco, quien fuese destronado del cargo presidencial y, al poco tiempo, falleció. Este podría ser el futuro de Pedro Castillo si pretendiese hacer lo mismo que hizo su maestro, luz y guía, Velasco Alvarado
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