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Castillo: el mismo comunista de siempre

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Fecha Publicación: 09/12/2021 - 23:00
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¿Escuchó a Pedro Castillo, amable lector, decir que renuncia a promover la asamblea constituyente? Porque si no se ha sacudido de semejante amenaza para los peruanos, Castillo sigue siendo el mismo candidato comunista del partido propiedad de Vladimir Cerrón, un irredento marxista leninista formado en La Habana cuya única meta es que el Perú ingrese a la órbita comunista, como hizo Chávez con Venezuela. También es el mismo Castillo encumbrado en palacio por el Jurado Nacional de Elecciones, que preside el comunista Salas Arenas. En otras palabras, Castillo es esa misma persona que, como presidente, ha designado a sujetos senderistas para que ejerzan cargos de primer ministro, ministro de Educación, Relaciones Exteriores, entre otros puestos clave del Estado. Es ese mismo, también, que ha incurrido en tráfico de influencias, tras demandarles a los ex comandantes generales del Ejército y la Aviación modificar los ascensos para incorporar a paisanos suyos. Es, igualmente, el mismo Castillo Terrones que, a través de su secretario Pacheco, le demandó –hasta en cinco oportunidades- al jefe de Sunat salvar a más de un personaje ligado al partido oficialista. Es ese mismo Castillo, cuya campaña proselitista la financió la organización criminal que investiga el Ministerio Público, por uso delictivo de fondos del gobierno regional de Junín, entre cuyos acusados figuran Vladimir Cerrón, “Puka” Bellido, etc. Es también el Castillo que fomenta la lucha de clases y el odio entre “los que tienen y los que no”. Igualmente es ese mismo Castillo que facilita a Evo Morales, delegado del Foro de Sao Paulo, utilizar nuestro territorio para que ensamble un movimiento de masas a los efectos de apoyar una próxima convocatoria a la asamblea constituyente, que derivará en incluir al Perú en la órbita del comunismo que abrazan Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia.

No obstante, tras la traición de los Acuña, los acciopopulistas, moraditos, podemitas y demás agrupaciones -que rechazaron que la moción de vacancia siquiera se debata y asista el presidente a darle explicaciones al poder Legislativo- hoy da la impresión de que el Castillo que continúa sentado en palacio ya no es el mismo de antes, sino uno diferente. Un Castillo positivo, proactivo, cuasi perfecto, auténtico gobernante pleno de buena voluntad, sabiduría, favorecido con formidables dosis de estadista, etc. Pero, ¿qué ocurrió para que la mayoría del país se satisfaga y vuelva a cifrar esperanzas en el mismo sombrero luminoso de antes? Evidentemente de por medio está la mano de los servicios de inteligencia cubanos, cortesía del nuevo embajador de La Habana, un especialista en manipulación de masas impuesto en el Perú para ejecutar el proyecto de conquista comunista del Foro de Sao Paulo.

Porque, amable lector, Pedro Castillo es el mismo individuo de siempre. Un habilidoso, rabioso sindicalista decidido a imponerle un régimen comunista a los peruanos. Esto lo prometió sin pelos en la lengua desde el inicio de su campaña. Lo que sucede, amable lector, es que nuestra ciudadanía es de cortísima memoria y fácil engaño. Es la misma tara que acabó con la democracia venezolana.

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