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Castillo, enemigo del Perú

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Fecha Publicación: 17/05/2022 - 23:00
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Este individuo Pedro Castillo, de nombre y apellido hispano, cada día se asemeja más a Alejandro Toledo. Recurre a toda hora a su origen andino, apela a la miseria familiar y exhibe un extraordinario complejo social para esconder su auténtica personalidad, probablemente también inclinada a la corrupción como su predecesor de comienzo de siglo. Castillo no debe continuar un segundo más al frente de la presidencia del país. A qué punto habrá llegado su aventura destructiva de la patria, que la expresidenta del Tribunal Constitucional, izquierdista por sus cuatro costados, doña Marianella Ledesma, acaba de decir esto sobre Castillo: “Para mí es un gran distractor, que busca derivar la mirada de su incompetencia y su vinculación con los temas de la corrupción, tratando de levantar un tema –la asamblea constituyente- que incluso ya ha sido zanjado por el Congreso.”

Por cierto, arrinconado por las circunstancias –y por su mendaz y cansino mensaje populista; aunque, sobre todo, demostrativo de su envenenado resentimiento social- al aún presidente Castillo sólo le queda apelar al trillado tema de la constituyente, en su desesperado afán por aferrarse como sea al sillón presidencial. Una joven figura de la política, como es Javier Bedoya, nieto del extraordinario estadista Luis Bedoya Reyes, opinaba ayer en EXPRESO que el presidente Castillo está utilizando artimañas (como la asamblea constituyente) para distraer a la opinión pública. “Es su único caballito de batalla para defenderse ante los audios de Zamir Villaverde. Esto es muy grave porque ellos (el gobierno) saben que si Villaverde muestra todas sus pruebas y, de comprobarse (los actos de corrupción que lo sindican como el cabecilla de una mafia que orquestó un fraude electoral), probablemente decante en la vacancia de toda la plancha presidencial (…) adicionalmente tendríamos que ver si estos audios involucran a ciertos congresistas (…) en cuyo caso se convocaría a elecciones generales.”

Esa figura del profesor chotano instalado en el trono de la presidencia de la República la ha desfigurado, de manera irreversible, su emperrechinada inconducta como jefe de Estado; y su reconfirmada inclinación hacia la corrupción, a través de su indisimulable afinidad con siniestros personajes vinculados inclusive al hampa más extrema. Aparte, sin la menor duda, de su cercanía con el terrorismo, expresada en el nombramiento de autoridades -directa o indirectamente identificadas con sendero luminoso- al extremo de haber designado a varias centenas de prefectos y subprefectos reunidos hace poco en Apurímac, a quienes se les escucha entonando una suerte de himno pro senderista que ataca violentamente a la Policía. ¡Prefectos y subprefectos enemigos de la Policía!

Ante semejante afrenta de Castillo a una nación que fue desangrada y destrozada por sendero luminoso, se agrega el intencional deseo destructor del Estado que exhibe este sujeto, ejecutando la táctica diseñada desde Cuba para desfallecer a la sociedad peruana hasta someterla al ucase comunista. En sólo diez meses de gestión, Castillo ha dinamitado la economía y con ello arruinado y, consecuentemente, doblegado a la ciudadanía. ¿Qué espera este Parlamento, presuntamente democrático, para vacar a semejante enemigo del Perú?

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