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Castillo es una entelequia

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Fecha Publicación: 08/04/2022 - 23:00
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Este es el desgobierno de la vergüenza. Acorralado por su incapacidad, vencido por la incultura, diezmado por la chabacanería, y enredado en sus mentiras, el gobierno que aun preside Pedro Castillo se desmorona pública, lenta, indecentemente, en medio de una sociedad absorta por la miseria de gente que está llevando las riendas de su país.

El deshonroso espectáculo montado en Huancayo por el lumpen que ocupa palacio de gobierno retrata en su esplendor la insignificancia de las personas que se han atrevido a usurpar los cargos más altos de la conducción del Estado. Pero, por fortuna, el país no es la chusma que creen los cerrones, castillos, bermejos y demás avinagrados que hoy manipulan el poder en perjuicio de 32 millones de ciudadanos. El pueblo peruano es muchísimo más astuto de lo que creen quienes integran la gestión de Castillo. ¡En Huancayo quedó retratada la verdad! Sólo ingresó la escoria oficialista contratada para aplaudir al epónimo Pedro Castillo. ¡Le vetaron la entrada a los dirigentes sociales que no se prestaban a la alabanza al jerarca! ¡Al pueblo le cerraron las puertas del local en el cual el oficialismo montó un grotesco escenario, para convertir a Castillo en suerte de versión chicha del emperador César! Con aires de vulgar superioridad, el chotano se dio el lujo de utilizar una costosísima parafernalia del Estado para que el pueblo huanca se rinda a sus pies, al darse cuenta de con quién trataba.

Aparte, los ministros viajaron en un avión cuya adquisición, el combustible, la tripulación y los demás gastos ha pagado usted amable lector. Finalmente Castillo arribaba tarde a esa cita, en avión exclusivo para él; y después dispuso de dos; sí, de otros dos helicópteros que también pagó usted. Uno para que traslade a su numeroso equipo de prensa y otro para que lo llevase a él hasta el local de marras, adonde habían montado un burlesco espectáculo vernacular cuyo costo, también, ha pagado el contribuyente. Preparando la llegada del emperador, el premier Torres habló sandeces de alto calibre; al extremo de enaltecer a Hiter, genocida número uno de la historia –o quizá el segundo o tercero, después de Stalin y Mao– provocando mayúscula crisis diplomática con Israel y Alemania.

Volviendo a Castillo, tuvo la desfachatez de ignorar que durante la campaña electoral prometió renunciar al sueldo presidencial y quedarse con su haber de maestro. Porque en Huancayo anunció que planteará al Congreso “rebajar” el sueldo del presidente y la remuneración de los congresistas. ¡Radicalmente diferente a su compromiso electoral!

En síntesis el evento huancaíno fue una fiesta folclórica montada en una ciudad sitiada por miles de policías, centenares de vehículos de guerra y soldados por todas partes, amedrentándola al clásico estilo de la Venezuela chavista.

Aunque pese a semejante amenaza totalitaria la gente insistió tercamente en el ¡Fuera Castillo!, dejando constancia de que, como mandatario, sus días están evidentemente numerados. Ahora él es una entelequia protegida por una Policía y Fuerzas Armadas politizadas, manipuladas por un poder caduco vencido en las calles por la ciudadanía.

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