¡Castillo no me representa!
El todavía presidente Castillo no sólo está siendo investigado en seis diferentes carpetas por la Fiscalía de la Nación.
¡Una de ellas, por liderar presuntamente una organización criminal! Asimismo, Castillo está registrado en sendos videos ingresando furtivamente al antro de Sarratea, donde asistían oscuros sujetos a los que su gobierno ha favorecido con millonarios contratos. Igualmente, su hija putativa está presa acusada de corrupción; su esposa imputada por lo mismo, y con pedido de no abandonar el país por pertenecer a la misma organización criminal que, según el Ministerio Público, probablemente dirija su marido. Esta es, apenas, una síntesis de muy serias evidencias y de graves sospechas que penden sobre la conducta de quien funge de presidente del Perú. Hasta aquí, cabe preguntar si usted, amable lector, cree que Pedro Castillo lo representa. Al menos este escriba se niega a aceptarlo como tal. Castillo carga sobre sus espaldas un lastre tan pesado, no porque todo lo que se conoce sobre él sea invento de la oposición. Es porque la Fiscalía ha llegado a esta conclusión. Sin embargo, a decir del resultado sucesivas votaciones en el Congreso, respecto a iniciativas sobre la indudable incapacidad moral de Castillo para gobernar, los congresistas -que supuestamente nos representan- consideran que Castillo no es aquel personaje que describen los hechos documentados y registrados por la prensa y por la Fiscalía.
Otrosí. Pregunta. ¿Acaso estos tipejos políticamente correctos, químicamente puros y socialmente impecables llamados “caviares”, no eran los guardianes de la moral de la sociedad peruana? Al menos fingieron serlo durante el gobierno de Alberto Fujimori, de Alan y Ollanta, comportándose como celosos vigías de la ética nacional, alertando al país sobre el menor hecho que significase una posibilidad de incorrección; por no decir una pálida sospecha de corrupción de parte de cualquier miembro de cada uno de aquellos gobiernos. Por ejemplo, cuando Fujimori, vía Montesinos, secuestró el SIN los caviares se instalaron en la CIDH en Washington DC y no descansaron hasta verlo condenado a cadena perpetua, e imponer que Toledo le echase llave para siempre a SIN.
No obstante, hoy Pedro Castillo maneja descaradamente a la siniestra DINI, sin la menor duda puesta a su servicio para neutralizar a la oposición política. ¡Y lo que es más grave, para amedrentar y neutralizar a la Fiscalía de la Nación y a lo que queda del poder Judicial independiente! Es decir, a través de la DINI el aún mandatario Castillo ha destrozado en piezas la Democracia y el Estado de Derecho convirtiendo a su gobierno en un régimen autocrático, totalitario. Tanto o más que lo que fuera el gobierno fujimontesinista. ¡Sin embargo, no oímos una sola protesta de los jerarcas caviares! ¿Dónde está García Sayán, el otrora baluarte de la moralidad y portaestandarte del politicocorrectismo? ¿Acaso aún sigue mamando de la ubre estatal como lo hiciera con Fujimori; aunque en este caso, temblando de miedo por enfrentarse a los bolcheviques del régimen Castillo? ¡Todo es posible en esta dimensión desconocida de los caviares, responsables que Castillo sea presidente del Perú!
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