Castillo sigue arruinándolo, amable lector
La corrosiva política antilibertad individual y antimercado libre del régimen comunista, ha hecho que, por primera vez en la historia peruana, la ciudadanía no pueda celebrar bien Semana Santa. Aparte de no haber mitigado –como debió hacerlo desde que se instalara en el poder– los efectos de la crisis socioeconómica gestada por el miserable Vizcarra y su partenaire, el falsario Sagasti; además de no haber encajado –como debió– las consecuencias del desarreglo financiero mundial y la crisis bélica en Europa, como ocurre en los países con gobernantes interesados en velar por sus pueblos; y, por el contrario, tras dedicarse a exacerbar las diferencias entre ricos y pobres, como viene haciendo con condenable éxito; finalmente Castillo nos está imponiendo la lucha de clases.
Es decir, el régimen comunista que dirige Pedro Castillo sigue esforzándose en destruir nuestro país. Una de las consecuencias es que este régimen prosenderista haya impedido que millones de peruanos puedan gozar de un merecido, extenso fin de Semana Santa, dedicado a celebrarlo visitando no sólo lugares sacros nacionales/extranjeros –en muchísimos lugares acá y afuera–, sino incluso reunirse con sus parientes provincianos. Recordemos que desde fines de los años sesenta del siglo pasado, millones de peruanos huyeron despavoridos de las regiones, tras la miseria y el hambre que desató la revolución socialista de Velasco Alvarado. Provincianos que viajaron a la capital del país en procura de trabajo y amparo. Acamparon en los extramuros de Lima; cerros y arenales que hoy albergan a millones de emprendedores que se hicieron limeños apelando a un gran espíritu de lucha y enorme esfuerzo.
Provincianos cuyos hijos nacieron y se criaron en Lima, y ahora tienen segunda, quizá tercera generación limeña. Gente que mantiene abuelos, tíos, hermanos radicando en las provincias, a quienes solían visitar con motivo de la Semana Santa y a quienes, esta vez, no podrán vistar. Como tampoco podrán cumplir con su anhelo de alejarse, aunque fuere momentáneamente, de la miseria en que han convertido a Lima dos años de encierro forzado por el Covid. Desgracia que ha contribuido a derretir a un pujante sector de millones de peruanos, dedicados a fomentar el turismo. Ciudadanos que, de la nada, instalaron con gran empeño albergues, hostales, restaurantes, etc.; y/o laboran esforzadamente como guías turísticos. ¡Pues ahora, están en la ruina! El régimen marxista de Pedro Castillo ha frustrado la celebración de la Semana Santa para esos millones de peruanos que han tenido que quedarse en esta oscurecida ciudadela de Lima, frustrados por no visitar a sus familiares, sin conseguir algo de solaz, incapaces de culturizarse conociendo nuevos ligares de este inmenso acervo cultural que es el Perú. Todo porque las carreteras están bloqueadas, muchos vuelos nacionales cancelados y además resulta imposible conseguir pasaportes, brevetes, DNI, etc. ¡Un Estado destruido impunemente!
Que sirva de advertencia, amable lector. Esto es lo que les ocurre a las sociedades que confían en regímenes comunistas. Porque son vilmente engañadas incrustándoles el credo bolchevique que el gobierno defiende al pobre y deprecia al rico. Falso. Entiéndanlo bien. ¡Desprecian a todos!
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