Castillo: Un cardenal mendicante
¡Qué vergüenza! El cardenal Pedro Barreto no solo ha sido ignorado. Más bien ha sido puesto en ridículo. Pero, sobre todo, maltratado por el aún presidente Castillo Terrones, aprovechando la sumisión de un clérigo ávido por acercarse al poder, para ensalzar a un presidente imputado por corrupción como presunto líder de una organización criminal, juntamente con su esposa, su hija putativa, los cuñados, sus principales sobones, etc. Evidentemente, razones tendrá Barreto para hacerlo. Pero sin la menor de las dudas, ninguna de ellas tiene que ver con la Fe. Sí, más bien, con intereses políticos, crematísticos y/o personales. O acaso sacerdotales, en su condición de líder en el Perú de una institución, como la Iglesia católica, aún acreditadísima en el mundo cristiano, como la fe religiosa con mayor población de creyentes en el orbe entero. ¡Tal vez sí!, tomando en cuenta la corriente socialista impuesta por el papa Bergoglio. El hecho es que, hace meses, Barreto ya tocaba las puertas de palacio de gobierno. Inclusive se entrevistó con el propio mandatario, ahora imputado por la Fiscalía de la Nación, repetimos, como presunto capo de una mafia criminal para robar dinero de los peruanos -pobres y ricos- y enriquecerse él, su familia, sus amiguetes, etc. Saliendo de aquel encuentro escondido Barreto prestó amplias declaraciones a la prensa, alegando que el mendaz Castillo le prometió “designar un nuevo gabinete presidido por un notable y rodeado de los peruanos más honestos y capacitados para asumir los cuadros ministeriales”.
Es decir, Castillo le pintó a los peruanos un panorama suizo, sabiendo que todo era mentira. Porque, seamos claros. La Iglesia católica maneja un mejor servicio de inteligencia que el que exhibe el Estado peruano. De manera que Barreto estaba perfectamente al tanto de que era una mentira más de Castillo. Sin embargo, la lanzó a los cuatro vientos, con bombos y platillos, para de esa forma “quedar bien” con el chotano agradeciéndole de modo muy humillante el ”haberle recibido”. Pero lo que hizo Pedro Barreto fue más bien engañar miserablemente a la ciudadanía entera, privilegiando su esencia de hombre retorcido dado su antecedente ideológico. En otras palabras, le dio un respiro a Castillo a cambio de que a futuro tuviera las puertas abiertas para recibirlo como consiglieri. ¡Pero Barreto fracasó! Tras pasar por la vergüenza de que Castillo jamás efectuó aquel cambio prometido. Más bien designó a nuevos atrabiliarios en el gabinete, presididos por un abogado afiebrado y confrontador que ha radicalizado el gobierno de la mano de Castillo, quedando así Barreto en el más absoluto de los ridículos.
Desde entonces han pasado sendos meses. Y, de pronto, ayer reaparecía Barreto para “saludar la ‘disposición’ de Pedro Castillo, para conversar en palacio de gobierno sobre la crisis política que atraviesa el país.” Aunque, a renglón seguido, agregaba, plañideramente: “!Pero todavía no me llega la invitación!” ¿Sobre qué querrá conversar Barreto con Castillo, probable mandamás de un clan criminal según la Fiscalía? ¿Acaso sobre esos impuestos que Castillo había ordenado se le cobren a la Iglesia Católica? Cuéntenos, cardenal.
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