¡Caviares al ataque!
La demostración más clara de que este país está de cabeza, es que un coronel de la Policía Nacional desembarcó de su cargo a quien fuese su jefe, el exministro del Interior y General en retiro de la PNP Walter Ortiz. Hablamos del inefable Harvey Colchado Huamaní quien, según indica su currículum, como gran mérito participó en “la captura” de Keiko Fujimori; aunque sus criadillas no le permitieron hacer lo propio con Alan García. En pocas palabras, Colchado es un teatrero del campeonato Interbarrios. Pero eso sí, su hoja de vida policial lo vincula, claramente, a la cultura caviar. Es decir, a la escenografía antes que a la acción. Muestra de ello fue su innecesaria, aunque teatral, presencia al momento de echar abajo la puerta de la residencia de la presidenta, Dina Boluarte; la que, con sólo un soplido –junto con la teatralización de un policía rompiendo la puerta con un ariete– acabó abriéndose de par en par.
Colchado es pues prueba fehaciente de que los caviares están formando un Estado paralelo. Suerte de imperio que se sobrepondrá al Estado peruano, que continuaría administrando algunos ciudadanos de menor rango a quienes tendrán que controlar. Entonces ya se preparan los caviares para el momento en que ocurra esta sucesión. Mientras tanto, el 99.9% del resto de peruanos, en vez de reaccionar va apocándose cada vez más hacia un estrecho ghetto, en demostración evidente de su vergonzosa pusilanimidad. O, más claramente, su cobardía.
Entonces, no es exclusivamente la clásica prepotencia de los caviares lo que enerva y rebela; sino que lo es –y mucho más– ese amilanamiento del 99% de los peruanos que van rindiéndose día a día, derrotados por el despotismo de la mafia caviar. Hay, de por medio, un evidente complejo de superioridad –aunado a otro de inferioridad– cuya desigualdad hace incontrastable el resultado de esta extrañísima situación. La realidad es que ese uno por ciento de prepotentes caviares tiene de su lado al poder Judicial, al Ministerio Público y a la Junta Nacional de Justicia. Con lo cual maneja con un dedo a esa Justicia politizada y sedienta de autoritarismo, como fundamento para mantener secuestrado a aquel otro Estado cobardón integrado por el 99% de peruanos formalitos, muy demócratas y constitucionalistas. Aunque medrosos hasta el tuétano; y obviamente dominables a través de la coerción justiciera de un Estado pequeñejo, pero prepotente y autocrático, como el que tienen previsto los caviares.
A esto se debe el súbito apresuramiento desatado por los promotores políticos de Colchado –la mafia caviar, incendiada por la prensa del mismo género– contra el 99% de peruanos que sí se someten a la Constitución y a las leyes. ¡Como han vivido sus ancestros republicanos! Contrariamente, los caviares han hallado el momentum ideal para hacerlo. Cuando, por ausencia de liderazgo, pugnas intestinas y envidias descomunales, aquel otro 99% de peruanos –los no caviares– se encuentra sin un líder, socialmente desconcertado y políticamente sin norte que los guíe.
Al paso que vamos, queda poco tiempo para que la mancha caviar lo controle todo.
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