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Caviares despechados

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Fecha Publicación: 29/08/2021 - 22:58
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El allanamiento de la casa y los locales de Perú Libre en Huancayo ha sido interpretado por varios analistas como una respuesta de los caviares a la confianza obtenida por el gabinete de Guido Bellido en el Congreso.
Según ese razonamiento una facción de los caviares pretendía -y pretende todavía- rodear a Pedro Castillo, desplazando a Vladimir Cerrón, para seguir disfrutando de la mamadera estatal a la que están aferrados desde hace tiempo.
Esos caviares eran los que querían apartar a Bellido -impuesto por Cerrón- y varios otros ministros cerronistas y reemplazarlos con gente suya, como un exministro de Justicia humalista, tal como denunció públicamente el propio Cerrón.
En esta estrategia están respaldados por gran parte de los medios de comunicación de la coalición vizcarrista y, según el defenestrado Héctor Béjar, esa también es la política de la embajada norteamericana (conversatorio con varios dinosaurios marxistas leninistas latinoamericanos, 21/8/21).
Solo un pequeño grupo de caviares logró acomodarse en el Gobierno, pero la mayoría ha quedado fuera. Un caso evidente es el de los morados, que votaron contra la confianza en el Congreso, después de haber respaldado a Castillo en la segunda vuelta y en su ilegal imposición por las autoridades electorales a pesar del evidente fraude. Sus votos son el equivalente a un grito de auxilio: ¡nosotros también queremos puestos en el Estado!
Bellido y sus secuaces se presentaron vestidos con pieles de oveja en el Congreso, para dar argumentos a las bancadas de AP y APP que estaban dispuestos a respaldarlos en función de sus propios intereses.
Ese resultado tiene efectos contradictorios. Por un lado, desmoraliza a parte de los demócratas que siguen luchando en las calles contra los comunistas. De otro lado, quita argumentos al Gobierno, que no tiene el pretexto del supuesto obstruccionismo parlamentario para justificar su falta de resultados y perspectivas.
Muchos demócratas han estallado con furia, criticando duramente a los congresistas que votaron por el respaldo al impresentable gabinete. Tienen razón. Esos son los congresistas que hay, en parte consecuencia de la desastrosa reforma política que idearon los caviares y que impuso el Lagarto.
Pero no hay que olvidar que los congresos anteriores eran muy parecidos a este y cambiaron de posición rápidamente por diversas circunstancias, vacando, a veces con razón y a veces sin ella, a Pedro Pablo Kuczynski, a Martín Vizcarra y a Manuel Merino.
Ahora Castillo y Cerrón apretarán el acelerador para avanzar en su objetivo de instaurar una dictadura chavista. Ellos también son conscientes de la precariedad y la inestabilidad que impregna toda la política peruana y saben que tienen que apresurarse a controlar todos los resortes del poder antes que la inmensa mayoría de peruanos descubra lo que ya muchos saben: son incompetentes, corruptos y autoritarios, y no van a sacar al Perú de la crisis.
A los demócratas solo les queda seguir movilizados, ocupando calles y plazas, demandando la vacancia del gobierno ilegal e inepto.

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