Cerca del fondo (político)
Un cliché político de los últimos veinte años es decir que el Congreso de turno resulta peor que el anterior y casi lo mismo sobre el Presidente de la República. Exagerado o no, después del deplorable espectáculo dado la semana pasada por dos de los Poderes del Estado, bien podría añadirse que la progresiva descomposición de nuestra institucionalidad democrática se acerca a la sima aunque todavía no toca fondo. La verdad, esto a nadie debiera sorprender porque si la historia republicana está marcada a fuego por el caudillismo, la lucha fratricida, el adanismo y el divisionismo político, ahora estos vicios se hallan magnificados debido al colapso de los partidos y al predominio de liderazgos oportunistas, populistas y antisistema sin importar que el país se debata en una monstruosa crisis económica y social a causa de la pandemia del Covid-19.
Lo ocurrido apenas hace una semana entre el Congreso y el Ejecutivo constituye un baldón descomunal y hay que martillarlo con la frágil esperanza de que les remuerda la conciencia a los “fautores”. Una mayoría congresal que estira como chicle en su beneficio la inviolabilidad parlamentaria con el cuento de eliminar su inmunidad; un primer mandatario con ínfulas plebiscitarias imitando a Leguía o Benavides que por sí y ante sí anuncia la convocatoria a un Referéndum para el que no tiene legitimidad ya que ello es derecho de la ciudadanía y, acto final, una nueva leguleyada congresal inconstitucional –incluyendo de yapa la mentada de madre al Presidente por un legislador encubierto-, evidencian el grado de subdesarrollo constitucional al que hemos llegado. ¿Y así seguimos aspirando a ingresar a la OCDE o alcanzar una verdadera reforma política?
Se supone que al publicarse estos renglones las aguas se hayan calmado con algún propósito de enmienda de los autores. La Nación transida por una terrible crisis sanitaria y económico-social no merece sufrir esta vergonzosa inestabilidad institucional. ¡Hasta cuándo! ¡AMÉN!