CERFID y IETSI en el Día Mundial de la Seguridad del Paciente
Aunque en el Perú la política de salud sigue de capa caída -no hemos aprendido del drama que nos dejó la pandemia de la Covid-19-, no todo está requetemal. Quisiera referir dos ejemplos, uno público y otro privado, que son la consecuencia de mis interacciones con los pacientes con los que me cruzo, sin ser médico, y que, algunos reconociéndome porque salgo en la tele o comento en la radio, me dicen sus frustraciones -también sus satisfacciones-, creyendo que los voy a solucionar o en la esperanza que puedo trasmitir sus reclamos. Dado que hoy es el Día Mundial de la Seguridad del Paciente, aprobada en mayo de 2019 por los 194 Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud – OMS, en el marco de su Septuagésima Asamblea Mundial de la Salud -emitieron la Resolución WHA72.6-, que en buena cuenta son todos países miembros de la ONU, convencidos de que, sin seguridad para el paciente y éste carente de confianza, jamás sanarán ni se sentirán considerados o protegidos. En nuestro país, como en otras naciones subdesarrolladas de América Latina y del África subsahariana (África negra), que he podido conocer, los pacientes son la última rueda del coche y no estoy diciendo un secreto. Van a los hospitales, centros médicos o postas de salud, y en general, no existe una atención que los haga sentirse protegidos, apreciados o importantes y solamente les pondrán atención, si acaso, literalmente están muriendo. Es una desgracia completa que, con buenas prácticas, fundadas en una mejor educación -y no tanto con mayores recursos económicos, como se cree erradamente-, todo podría cambiar. Pero no todo es una penosa regla. En el Centro de Medicina Física y Rehabilitación - CERFID -acaba de cumplir 22 años-, los pacientes son tratados como lo que deben ser: los más importantes en la cadena social de la interacción médica y más allá de las terapias que reciben -las he visto con mis propios ojos (excúseme apreciado lector del pleonasmo que considero indispensable)-, la afabilidad y respeto a los pacientes, distan de los cuadros patéticos que, en general, también veo, en los establecimientos del Ministerio de Salud o de ESSALUD. Precisamente en ESSALUD, de sus entrañas organizativas que podría parecer un cúmulo de cables amorfos, yace ahora y nada escondido como antes, el Instituto de Evaluación de Tecnologías en Salud e Investigación – IETSI, creado en 2014, que, lejos de lo que se pueda creer de un país como el Perú, con enormes brechas por superar en salud, se investiga y mucho, habiendo ideado sus especialistas como método idóneo para que los pacientes (niños) se sientan protegidos y queridos, una robot -aún sigue en piloto, propio del rigor y de la protocolización científica en la búsqueda del resultado eficaz-, revelando la enorme preocupación por la seguridad psíquica de los pacientes que suele ser ninguneada. Aunque parezca contradictorio, no es el personal de salud en el que deban ponerse una mayor atención, sino, en el administrativo, tanto público como privado, y para ello, hay que invertir en educación y decidir una profunda política de Estado en salud, que no tenemos.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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