Cerrón manda un mensaje al Ejecutivo
El lunes 12 de septiembre el congresista José Williams fue electo presidente del Congreso de la República. Compitió, en segunda vuelta, contra Luis Aragón, parlamentario de Acción Popular, quien recibió el respaldo de parte de las bancadas oficialistas.
Perú Libre decidió viciar sus votos, y su líder, Vladimir Cerrón, lo justificó en sus redes sociales como parte de las “consecuencias de haber fraccionado lo que antes fue la primera fuerza parlamentaria”.
Para entender este accionar político por parte del partido que ganó las elecciones presidenciales, lo primero debe ser analizar la votación parlamentaria, que finalizó con 67 votos para Williams, 41 para Luis Aragón, 3 blancos y 13 viciados. Lo que generaba una brecha de 10 votos frente a cualquier otra opción que no fuera la de Williams.
Sin embargo, desde la perspectiva de la realpolitik, se puede asumir que las negociaciones se mantuvieron hasta el último momento; algo que también podría asumirse por el disgusto mostrado por la bancada magisterial luego de la elección.
Se consideraba que los votos de Somos Perú y Podemos eran determinantes para inclinar la balanza hacia cualquiera de los lados. Lo más probable es que no se hayan asegurado esos votos para las fuerzas oficialistas, por lo cual, ante una derrota, Perú Libre consideró retirarse. Pero la política está repleta de simbolismo y mensajes: haber viciado el voto, y haberlo hecho público, implica un mensaje de Perú Libre al oficialismo y al Gobierno.
Del texto de Cerrón en redes sociales se desprende la tensión existente entre él y Castillo, pues el cisma de la bancada de Perú Libre parece estar relacionada a una injerencia del Ejecutivo, que trajo como consecuencia el empoderamiento de Castillo frente al debilitamiento de Cerrón: mientras más se partía Perú Libre, Castillo dependía menos de ellos.
A esta tensión se suma el contexto de las próximas elecciones, las cuales están a menos de un mes de realizarse, y tienen un gran impacto político y económico para las organizaciones políticas que logren hacerse de alcaldes, regidores, gobernadores y consejeros regionales.
El cálculo político puede haber llevado a Perú Libre a determinar que respaldar y brindar una posible victoria a Acción Popular no le resultaría conveniente, pues es otro de los partidos con gran cantidad de candidatos a nivel regional y, por lo mismo, su competencia.
Además, desde el cisma de su bancada, Perú Libre, a pesar de votar con el oficialismo, viene manteniendo la narrativa de ya no ser el partido de gobierno, lo que fue repetido por su candidato a la alcaldía de Lima, algo que (además de la tensión generada por el cisma) podría tener que ver con la intención de apartarse de las denuncias de corrupción que rodean al Gobierno.
Lo concreto es que la elección de Williams devuelve el escenario más o menos donde se encontraba antes, a una guerra institucional entrampada con el Parlamento, pero que sigue otro cauce con la Fiscalía. La posibilidad de un adelanto de elecciones se muestra lejano, debido a que los parlamentarios no lo quieren, incluso algunos, quienes exigen la renuncia de Castillo, cuando se plantea el adelanto de elecciones como una salida a la crisis política e institucional, dicen no estar seguros de si tal crisis existe.
Una posible moción de vacancia o suspensión contra Castillo tendría, necesariamente, que venir de la mano con una negociación con Dina Boluarte, pues la única forma en que los parlamentarios no pierdan su curul es que la sucesión presidencial se dé en el marco de lo establecido por la Constitución, sin tener que llegar a un gobierno transitorio liderado por el Congreso.