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Cielo de a dos

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Fecha Publicación: 22/10/2023 - 21:20
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Los conocimientos y enseñanzas que han recibido y tienen como conductores en su vida diaria y la asistencia que ofrecen a quienes necesitan de su intervención y calidad en el correcto uso y manejo en la canalización de las energías disponibles y existentes en su entorno que convierten en medio de recuperación de salud física y emocional, son conocimientos heredados de generación en generación que recibieron brindados y transmitidos por maestros que a su vez los recibieron de maestros que también los recibieron del padre, madre, o, en el mejor de los casos, de sus abuelos o abuelas quienes también los recibieron de la misma manera. Si en ellos se trazara una línea de ancestros, es posible, que se pudiera llegar hasta los habitantes y sacerdotes pobladores originarios de los primeros centros místicos del Perú. Esos conocimientos, sumados al uso, manejo y misterios de las plantas amazónico andinas usados en espacios ceremoniales con misión de armonizar o alinear energía eran guardados por miles de años abriéndolos y entregándolos solamente a quienes los maestros consideraban aptos, con dones especiales para ser canales de ayuda estando al servicio de aquellas personas merecedoras para aceptarlos y recibirlos, sabiendo que no solamente era necesaria sino también, y de manera primordial, la respuesta personal que solo sellará dicha intervención con su voluntad de cambio. Actitud responsable y necesaria porque mucho de lo que se necesita curar dentro de uno es causado por actitudes, conductas personales, malos pensamientos propios de la condición humana que si no se eliminan a tiempo, después de la terapia la acción sanadora habrá sido inútil.

Estos conocimientos de servicio son los que recibieron Rosa Marisela Minchán Velásquez y Hernán Horacio Chilón Pereyra. Son ellos en quienes encuentro el medio de acercarme a un mundo que puedo intuir y no necesariamente conocer. Marisela, católica, cajamarquina hija de padres cajamarquinos, recibió sus primeros conocimientos a los 22 años, hoy tiene 36, con Hernán hace 6 llevan vida de feliz pareja que además de afectos comparte el conocimiento de esta sabiduría que usan con seriedad, sin palanganadas. Ella trabaja con el código andino, con la hoja de coca y una intención hacia el espíritu superior, Wiracocha, el rezo a los apus y el honor a los ancestros. Hernán es hijo de padre cajamarquino y madre de Ancash. De los maestros shipibos ha tomado el conocimiento y recibido “la pronunciación y sonidos rituales”, que unido a su pareja, honran y guardan bajo conceptos sagrados. Ellos comparten la dedicación a esta entrega por la que Marisela no cobra, pero, al igual que los apus y la tierra recibe una retribución o un pago simbólico que ella llama “principio de reciprocidad”, norma de convivencia que tiene como base la cosmovisión, el código o rezo andino que trata de insertar en su vida cotidiana que hoy considera un regalo del Universo, un don al servicio de la humanidad y el buen tarto a todo ser vivo que convive con ella. Correspondencia por todo lo bueno presente hoy en su vida, y agradece. Sin olvidarnos que ella tiene desarrollado el sentido de percibir cuándo la frecuencia vibratoria es positiva o no y puede decidir dar o no su trabajo, que me dice, casi siempre es dar, pero también se recoge energía de la persona a la que trata. Marisela conoce todos los riesgos y asume la responsabilidad de su intervención con mucha seriedad, razón por la que siempre trata de estar en constante armonía con ella misma y su entorno. Pero también sabe que como ser humano tiene días difíciles y es en esos días que prefiere no atender hasta que esté restablecida por completo. También tiene momentos que dedica a las ventas, coincide con Hernán en su gusto por el color verde que usaron para Cielo Verde, proyecto en pareja que decidieron montar como pequeña empresa que dirige de Hernán con la que desde 2020 da servicios profesionales de publicidad, diseño gráfico, identidad corporativa y publicidad digital. “Cielo es el modo que tenemos de tratarnos”, dice Hernán, a quien conocí por su trabajo como técnico en fotografía y diseñador. Con ellos está Angelo, hijo de Hernán, que completa esta vida de familia

Cuando he ido a su casa para almorzar y conversar me recibe ese tapiz verde en que están bordados personajes y simbología de la Pachamama, las tres Pachas, los tres mundos que se estructuran en la cosmovisión inca. Hanan Pacha, mundo superior, el Sol, la Luna, de alguna manera el cielo cristiano. El mundo físico, el que habitamos, Kay Pacha, trabajo y también goce. Y el Uku Pacha, mundo inferior, de dolor y sufrimiento. Pero asociado a la madre tierra, donde nacen los enlaces con el mundo de los humanos. Vínculo que también se da entre el Uku Pacha y el Kay Pacha con los rayos, la lluvia y el arco iris. Y no es solo este tapiz donde están vivas las convicciones, en su casa los objetos tienen significación y ubicación con precisas misiones y protecciones. Escuchar a Marisela y Hernán es ir descubriendo el porqué de cada uno de ellos; como las del retablo con las puertas abiertas, en sus dos pisos debo entender los elementos del trabajo la producción el regocijo y la abundancia; sobre la mesa el maneki neko, figura popular en Japón es un gato que al levantar su pata derecha atrae la buena suerte, riqueza. Si levanta la izquierda atrae la felicidad. Digo que en su hogar la tranquilidad, la paz, el bienestar son elementos presentes, diría tienen un vínculo con su creencia y convicción, pero también son producto de su trabajo, su calidad al realizarlo.

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